martes, 13 de marzo de 2012

Excesos verbales


Por Robert Newport
14 diciembre 2008


U
no ha de poder expresar libremente lo que piensa, pero siempre dentro de un orden. Ha de hacerlo con prudencia, con sensatez y, sobre todo, con respeto hacia los demás. Aunque, ciertamente, no siempre decimos lo que pensamos, a fin de evitar posibles ofensas. Pero, si realmente pensamos lo que decimos, hemos de ser consecuentes y asumir el riesgo.

Pero, ¡ojo!, estoy hablando del ciudadano de a pie, gente corriente, que tiene motivos más que suficientes para estar preocupado, agobiado, cabreado… y que, como única válvula de escape, se desahoga haciendo manifestaciones verbales no siempre afortunadas. 

Sin embargo, cuando este tipo de declaraciones las hace un político de este país, que se le supone demócrata, no puede ser reconocido como representante del pueblo que le ha votado. Porque, si no admite la pluralidad y le niega al adversario político el derecho a discrepar, está faltando, fundamentalmente, al principio democrático de respeto a la voz de los demás. Y las expresiones: “…a los nacionalistas, para ponderar su peso, habría que colgarlos de algún sitio”, “…que se muera el Borbón” y “…tontos de los coj… de los votantes del PP”, que los señores Manuel Fraga, Joan Tardà y Pedro Castro, respectivamente, exteriorizaron sin ningún rubor, denotan una gran desfachatez, mucho rencor y, sobre todo, excesiva grosería.

Quiero pensar, sin embargo, que en la clase política española, afortunadamente, todavía quedan muchos demócratas, pero sobran maleducados.

(Publicado en la sección "Cartas al director" de "La Voz de Galicia", el 16 de diciembre de 2008)
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