miércoles, 31 de agosto de 2016

Diagnosis política







Por Robert Newport
31 agosto 2016

En los artículos que he ido desgranando, desde el frío enero hasta el caluroso agosto de este año 2016, fui dejando constancia de las acciones y omisiones a las que, desde mi óptica particular, nuestros políticos nos tienen acostumbrados. No se trata de concienzudos análisis -no estoy capacitado para tal menester- de una situación que se está prolongando en exceso, y que no es buena para el país ni para los ciudadanos. Se trata, simplemente, de una opinión personal. 
Si reflexionamos sobre ello con objetividad, llegaremos a la decepcionante conclusión de que nos estamos desprestigiando como nación, cuando en los albores de nuestra andadura democrática hemos sido objeto de admiración y un ejemplo a seguir.
Así, en mi artículo Atrapados en un bucle sin fin (26.04.2016), manifestaba mi disconformidad con la actitud del señor Rajoy renunciando a buscar los apoyos necesarios para someterse a la sesión de investidura, declinando el encargo del Jefe del Estado.
Del mismo modo, en el artículo ¿Y ahora qué? (30.04.2016), ante la inminente celebración de las elecciones generales del 26 de junio, recriminaba el expectante inmovilismo de Mariano Rajoy; el arrogante triunfalismo de Pedro Sánchez; los disparates y salidas de tono, amén de comportamientos inadecuados, embriagado de populismo, de Pablo Iglesias; y la sorprendente deriva de Albert Rivera.
En otro artículo, Carta a un amigo imaginario (17.06.2016), mostraba mi indignación por la situación de provisionalidad en la que nos encontrábamos.
El artículo Reflexionemos (22.06.2016), me sirvió para invitar a la reflexión, ante las ya inevitables elecciones del 26 de junio, recordando como, amparándose en la crisis, los recortes nos privaron de los derechos, no privilegios, que habíamos conseguido con tanto esfuerzo, Sin embargo, los poderosos continuaron disfrutando de todos sus privilegios, ajenos al crecimiento del paro y al empobrecimiento de los ciudadanos, mirando hacia otro lado.
En ¿Por qué ahora sí? (28.06.2016), preguntaba por qué, después de las elecciones del 26J, siendo la situación muy parecida a las del 20D -eso sí, con mayor número de escaños, pero aún insuficiente- el señor Rajoy ahora estaba dispuesto a negociar para conseguir los apoyos necesarios que faciliten su investidura como presidente del Gobierno.
En Cuestión de equilibrio (14.07.2016), planteaba tres supuestos de Gobierno: estable, inestable e indiferente, y sus lógicas, y poco deseables, consecuencias.
El artículo La pipa de la paz (04.08.2016), era una invocación a la concordia entre los dos principales actores de esta opereta política, a la vez que una invitación a enterrar el hacha de guerra, para acabar con su tediosa e insulsa interpretación.
En Solución salomónica (10.08.2016), proponía, muy a mi pesar, una quimérica, pero saludable, salida al actual estancamiento político en nuestro país, con el PSOE facilitando la investidura de Rajoy, ejerciendo una eficaz oposición, constructiva y contundente, que le proporcionaría a Pedro Sánchez el bagaje político necesario para poder optar en el futuro, con las debidas garantías, a la presidencia del Gobierno.
Otro artículo, 25 de diciembre, fun, fun, fun (20.08.2016), me permitió mostrar mi malestar por la prepotencia de un Gobierno en funciones, que se permite fijar la fecha para una, más que probable, tercera convocatoria de elecciones el 25 de diciembre -¡Navidad!-, ejerciendo así, también, su poder de control sobre la vida familiar de los ciudadanos, cuya paciencia se está agotando.
Finalmente, Cromatismo ideológico (25.08.2016), me sirvió de excusa para expresar mi punto de vista sobre los conceptos: derecha, centro e izquierda, que, en mi opinión, han perdido su esencia. Al mismo tiempo, hacía referencia a la inmadurez de los noveles aspirantes a gobernar, cuyo afán de protagonismo, además de ambición de poder, es más que evidente.
Ayer, 30 de agosto, a las 16:00 horas, en el Congreso de los Diputados, se inició la sesión de investidura con la intervención de Mariano Rajoy, actor principal de esta opereta política. Su discurso,  reiterativo, tedioso e insustancial, supera mi capacidad de aguante. No espero que haya novedades determinantes. De manera que, me temo, aunque desearía equivocarme, de unas nuevas elecciones generales -que serían las terceras en un año-, creo que no nos libra ni el Sursuncorda.

domingo, 28 de agosto de 2016

Cromatismo ideológico




Por Robert Newport
25 agosto 2016

En la política de los últimos años, el cromatismo ideológico se ha ido desvaneciendo en las nieblas del tiempo. Tal vez mi daltonismo sea el responsable de esta apreciación. Sin embargo, considero que en esa nebulosa estacional, los conceptos: derecha, centro e izquierda, ya no son más que apelativos sin contenido, que perdieron su esencia y, en cierto modo, su razón de ser. Ya nada es lo qué parece.
Por eso he de confesar que, desde hace algún tiempo, mi desconfianza en nuestros políticos ha ido in crescendo. Porque, no nos engañemos, los noveles aspirantes a gobernar, que irrumpieron en el panorama político de esta piel de toro que tenemos como país, desde mi ignorancia, diría que son algo así como políticos de opereta, porque con su ambigua y dispersa actitud, únicamente evidencian afán de protagonismo, amén de una desmesurada ambición de poder. Ello no quiere decir que estas jóvenes promesas carezcan de aptitudes para asumir responsabilidades de Gobierno -aunque considero que todavía les falta un hervor-, pero su comportamiento difiere mucho de lo que significa ser un líder político que aspira a regir el destino de un país y el de sus ciudadanos.
De momento -¡qué remedio!-, tendremos que esperar al resultado del debate de investidura del señor Rajoy. Y, como dice el refrán: Si sale con barbas, San Antón; y si no, la Purísima Concepción.


[Publicado en 'Faro de Vigo' (27.08.2016), en la sección 'Cartas al Director']





domingo, 21 de agosto de 2016

25 de diciembre, fun, fun, fun



Por Robert Newport
20 agosto 2016

Si Mariano Rajoy, presidente del Gobierno en funciones, fracasara en el debate de investidura del próximo día 30 de este mes de agosto, la fecha para nuevas elecciones generales será el 25 de diciembre. ¡Sin pestañear!
Es evidente que el Gobierno, aunque sea en funciones, no se conforma con manejar los hilos con los que controla nuestras rentas y nuestro patrimonio, porque ahora también quiere controlar nuestra vida familiar. ¿Qué imperiosa necesidad justifica designar el día de Navidad para unas posibles -incluso probables- elecciones generales? ¿Con qué derecho pueden privar a las familias de reunirse en fechas tan señaladas, si algún miembro es designado para formar parte de una mesa electoral, y no digamos si reside y está empadronado en otra ciudad o en otra comunidad autónoma? ¿Por qué las estrategias políticas, absolutamente partidistas y personales, no de interés general, tienen que condicionar la vida privada de los ciudadanos? ¿Hasta dónde llegará nuestra paciencia?
En cualquier caso, la actual situación política en España queda perfectamente resumida en esta frase del clérigo católico francés, Jacques Benigne Bossuet (1627-1704): “La política es un acto de equilibrio entre la gente que quiere entrar y aquellos que no quieren salir”. Y así nos va.


[Publicado en ‘La Voz de Galicia’ (21.08.2016) y en ‘Faro de Vigo’ (21.08.2016), en la sección 'Cartas al Director'] 

jueves, 11 de agosto de 2016

Solución salomónica





Por Robert Newport
10 agostp 2016

A la vista de la actitud de los líderes de las cuatro formaciones políticas más representativas de este país, instalados en un bucle cansino y permanente, del que los ciudadanos estamos hasta el ‘moño’, convendrán conmigo en que, para no continuar rizando el rizo de la ambigüedad y la incertidumbre que nos puede llevar a unas terceras elecciones, sería muy saludable adoptar una solución cuasi salomónica: que el Partido Socialista -y jamás pensé que llegaría a decir esto-, facilitase la investidura de Mariano Rajoy, posicionándose como eficaz partido de la oposición. Esa experiencia, que considero indispensable, le reportaría a Pedro Sánchez el bagaje político del que carece actualmente, lo que en un futuro próximo le permitiría optar, con ciertas garantías, a la presidencia del Gobierno de España.

No sé cómo acabará este esperpéntico desaguisado. ¡No tengo ni puñetera idea! Pero, a corto plazo, la meteorología política no presenta un cariz bonancible. Más bien borrascoso, diría yo. Y por si no tuviéramos bastante con dos elecciones generales en seis meses   -¡y ya veremos...!-, el próximo 25 de septiembre -¡dale que dale al pandero!-, elecciones autonómicas en esta Galicia en la que, como decía Castelao, el pueblo sólo es soberano el día de las elecciones. Queda dicho.



 [Publicado en ‘La Voz de Galicia’ (12.08.2016) y en ‘Faro de Vigo’ (18.08.2016), en la sección 'Cartas al Director']

viernes, 5 de agosto de 2016

La pipa de la paz







Por Robert Newport
04 agosto 2016

Las negociaciones entre las dos fuerzas más representativas de nuestro panorama político no van por buen camino: Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, están siendo las piedras en el zapato de la pretendida -y tan necesaria- investidura, que evitaría el bochorno y la vergüenza de unas terceras elecciones.
Por una parte, Rajoy, que ve atónito como se tambalea el pedestal en el que lo encumbraron los votos del 26J, no consigue los apoyos necesarios para hacerse nuevamente con el poder. Por otra, Sánchez, permanentemente instalado en la arrogancia del 'no', se resiste a renunciar a su cuota de protagonismo.
Así las cosas, si no están dispuestos a enterrar el hacha de guerra, fumando una simbólica pipa de la paz, tal vez llegó el momento de sustituir a los actores principales de esta opereta política, cuya tediosa e insulsa interpretación ya no agrada a nadie. 
    

[Publicado en ‘Faro de Vigo’ (07.08.2016), en la sección 'Cartas al Director']