Por Robert Newport
23 marzo 2021
Tenías solo 2 años, pequeña
Nabody. Procedías de Mali, huyendo del horror y del hambre. La precaria embarcación,
rumbo a la incertidumbre, te trajo a una falsa «tierra prometida», a un
«paraíso» inexistente. Pero tu pequeño y frágil corazón, debilitado por tanto sufrimiento,
no soportó la dura travesía y se paró al arribar a la costa española de
Canarias.
Fuiste otra víctima inocente
de la sinrazón del comportamiento humano, cuando apenas habías empezado a vivir.
Porque el destino, esa caprichosa fuerza desconocida, tantas veces cruel, no te
permitió desarrollar el natural ciclo vital: nacer, crecer y morir.
Sucesos
luctuosos como el acontecido nos desgarran el corazón, resquebrajan nuestras
convicciones espirituales, y hacen que cuestionemos nuestra Fe. Descansa en
paz, pequeña y llorada Nabody. Que la tierra te sea leve.
Publicado
en ‘La Región’ (24.03.2021), ‘La Voz de Galicia’ (25.03.2021) y ‘Faro de Vigo’
(26.03.2021), en la sección ‘Cartas al Director’