viernes, 24 de junio de 2016

Reflexionemos




Por Robert Newport
22 junio 2016

Seis meses después, nos encontramos a las puertas de unas nuevas elecciones generales. Y echando la vista atrás, los que tenemos cierta edad añoramos el espíritu de la Transición. Aquella recién estrenada democracia nos mostró cómo, paulatinamente, se iba diluyendo la pobreza extrema, y las clases medias adquirían su pequeña cuota de poder. Supimos cómo la redistribución de la riqueza era condición sine qua non para conseguir la paz social. Se abría ante nosotros una puerta a la esperanza, a la igualdad, a la prosperidad. Al fin, la sociedad empezaba a ser justa.
Pero llegó la crisis, y en su nombre se fueron al traste aquellos derechos conseguidos con tanto esfuerzo. He dicho derechos, no privilegios, que los recortes se encargaron de destruir. Eran necesarios, nos dijeron. Pero los poderosos continuaron disfrutando de sus privilegios: sueldos de escándalo, dietas, viajes en primera clase..., ajenos al crecimiento del paro y al empobrecimiento de los ciudadanos, despilfarrando dinero público en obras faraónicas tan innecesarias como inútiles, y permitiendo la corrupción -o formando parte de ella-, ¡maldita sea!, mirando hacia otro lado.
El próximo domingo, 26 de junio, nos asiste el derecho a ejercer nuestro voto. Porque, en democracia, votar es un derecho, no un privilegio ni una obligación. Reflexionemos, siendo consecuentes. Y, si así lo decidimos, votemos en conciencia.


[Publicado en 'La Voz de Galicia' (25.06.2016), en la sección 'Cartas al Director']


sábado, 11 de junio de 2016

Legalidad vs. Justicia











Por Robert Newport
10 junio 2016

Alejandro Fernández, un joven granadino de 24 años, sin antecedentes penales previos, ha ingresado en prisión por un delito cometido cuando tenía 18 años: con una tarjeta falsa -que no era una tarjeta Black- estafó casi 80 euros en un supermercado. No existió agresión, ni intimidación. Y por esta ‘escandalosa’ cifra, que equivale a la centésima parte de la indemnización que percibirán algunos diputados y senadores por su dudosa labor en una legislatura vergonzosa, lo condenan a cinco años de cárcel.

Hoy, Alejandro, con familia a su cargo y un trabajo estable, seis años después de aquel desafortunado episodio, está en prisión porque no pertenece a una familia de apellido ilustre, ni es un futbolista de élite. Por tanto, en mi opinión, este podría considerarse un caso de evidente agravio comparativo en toda regla. No dudo que esta condena se aplica conforme a la ley, pero la considero injusta. No dudo, en modo alguno, que todo delito merece un castigo, pero este se me antoja desproporcionado. En consecuencia, permítanme que sí dude, ¡y mucho!, de que la ley sea igual para todos. Porque, en pleno siglo XXI, en una sociedad presumiblemente moderna y progresista como la nuestra, resulta muy desalentador que continúe aplicándose la ‘ley del embudo’.



[Publicado en 'La Voz de Galicia' (13.06.2016), ‘XLSemanal’ (26.06.2016), en la sección 'Cartas al Director']