martes, 13 de marzo de 2012

Consecuencias de la crisis


Por Robert Newport
06 febrero 2009


D
ebido a la actual crisis económica, se está produciendo en nosotros un cambio de comportamiento, hacia las personas y las cosas, que resulta francamente preocupante. Me refiero, naturalmente, a la aptitud de desconfianza ante situaciones cotidianas -las de toda la vida- que, en una realidad económica diferente, no merecerían comentario alguno. Veamos varios ejemplos:

-A la familia de tu mujer –o, a la de tu marido- siempre la aceptaste con naturalidad, incluso con cariño. Hoy, sin embargo, la conceptúas de forma diferente, con cierto recelo, debido al calificativo de familia política.

-De igual modo, a los amigos siempre les habías prestado la debida atención; pero hoy,  digan lo que digan, ya no les das demasiado crédito.

-En circunstancias como la que estamos viviendo, te dicen que hay que mostrar una aptitud positiva y, sobre todo, no perder la esperanza. Pero ¡si no se trata de perderla! A la Esperanza (Aguirre)¡Dios nos libre de encontrarla!

-Sabes que dar largos paseos es muy beneficioso para la salud, y también lo es descansar después de un largo recorrido. Pero, tal y como están las cosas, evitas sentarte, porque ya no confías en la estabilidad de los bancos.

-Siempre te han conmovido las acciones de valor que veías en el cine o en la televisión. Hoy, sin embargo, lo que te aflige es el valor de las acciones.

-Entre otros conceptos, has estudiado en clase el estado de los elementos. Hoy, lamentablemente, ignoras qué clase de elementos tiene el Estado.

Podríamos seguir argumentando hasta el infinito, pero mejor será que lo dejemos en este punto, aunque con un proverbio chino:

“Cuando el dinero habla, la verdad calla”.


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