miércoles, 2 de diciembre de 2020

Navidad 2020

«Viviremos con las cicatrices de todos los adiós que no hemos podido pronunciar y de todos los abrazos que no hemos podido dar, pero seguir viviendo será nuestra venganza».

¡Feliz Navidad! 

Robert Newport


domingo, 25 de octubre de 2020

Carta abierta al Covid-19




Por Robert Newport

23 octubre 2020

Sabemos que has venido de Wuhan (China). También sabemos que llegaste a nuestras vidas para causar enfermedad, dolor y muerte. Hasta hoy, has infectado a más de 40 millones de personas en el mundo, y la cifra de fallecidos supera el millón.

Empezaste siendo una epidemia en el continente asiático, pero pronto te convertiste en pandemia al invadir otros continentes. Eres insaciable, y tu voracidad ha provocado que más de la mitad de la población mundial haya sufrido algún tipo de confinamiento. Se ha tenido que imponer la distancia interpersonal de seguridad y el uso generalizado de la mascarilla de protección. Fue necesario limitar el número de clientes en bares, cafeterías y restaurantes. Las salas de espectáculos y los locales de ocio nocturno tuvieron que cerrar durante un tiempo; y cuando abrieron, se vieron obligados a reducir su aforo. Se han prohibido las reuniones y celebraciones familiares. Los medios de transporte, públicos y privados, también sufrieron la limitación de viajeros. Tu expansión ha empezado a resquebrajar los cimientos de nuestra Sanidad y de la economía global, cuyos efectos ya son más que evidentes.

Los Gobiernos se vieron obligados a decretar el estado de alarma, limitar la movilidad ciudadana o declarar el cierre perimetral de las ciudades. Las normas restrictivas se han ido sucediendo, una tras otra, según la evolución de la pandemia, lo que ha obligado a suspender la actividad lectiva en colegios, institutos y universidades… Muchas empresas tuvieron que paralizar su actividad fabril, y los comercios han tenido que cerrar sus puertas para evitar probables contagios.

Finalmente, puñetero coronavirus Covid-19, has propiciado que la agresiva confrontación entre la clase política sobre la gestión de la pandemia les impida ver, con claridad meridiana, que tú eres el único enemigo al que hay que aniquilar. Pero confiamos en que, más pronto que tarde, la Ciencia encuentre la vacuna —el «arma»— efectiva que te baje los humos. Mientras tanto, por todo el dolor que has causado y que seguirás causando, yo te maldigo. ¡Cabrón! 

Publicado en ‘La Región’ (24.10.2020) y en 'Faro de Vigo' (11.11.2020), en la sección ‘Cartas al Director’


miércoles, 2 de septiembre de 2020

¿Qué más tiene que ocurrir?





















Por Robert Newport
01 septiembre 2020

La pandemia de Covid-19 ya supera los 25 millones de contagios en todo el mundo. Y estas cifras, escalofriantes, van in crescendo cada día. ¿Qué más tiene que ocurrir para que tomemos conciencia de que el coronavirus no es un visitante ocasional? ¿Cuántos contagios y muertes tienen que producirse para que despertemos a esta extraña realidad que nos ha tocado vivir? 

Somos una sociedad de extremos. No contemplamos el término medio, la ponderación. La prudencia suele faltar cuando más se la necesita, decía Publius Siro. Las recomendaciones restrictivas en las relaciones sociales y familiares, las pasamos por el Arco del Triunfo. La irresponsabilidad y la falta de respeto a las normas establecidas, se han convertido en la seña de identidad de una parte importante de nuestra sociedad. 

No todos respetamos la distancia de seguridad interpersonal. No todos ponemos la preceptiva mascarilla de protección. Hacemos caso omiso de la prohibición de celebraciones públicas y privadas multitudinarias… Y así hemos llegado a la actual situación, en la que la sospecha de un nuevo confinamiento sobrevuela este país nuestro llamado España.

Publicado en ‘La Región’ (04.09.2020) y en ‘Faro de Vigo’ (09.10.2020), en la sección ‘Cartas al Director’


viernes, 7 de agosto de 2020

Un Rey Mago

Por Robert Newport

07 agosto 2020

Después de casi cuarenta años de reinado, Don Juan Carlos de Borbón se va de España, «autoexiliado». Informaciones aparecidas en distintos medios de comunicación, nacionales y extranjeros, lo relacionan con presuntos delitos de corrupción, fraude fiscal y blanqueo de capitales, relacionados con el cobro de comisiones por la construcción de la línea de alta velocidad «AVE del desierto», que une las ciudades de Medina y La Meca, en Arabia Saudí. 

En los mentideros oficiosos ya se especulaba sobre presuntas cuentas del rey emérito en bancos suizos. Eran meras especulaciones. Lo intuíamos, pero no lo podíamos aseverar. 

Según el periódico helvético La Tribune de Genève, el Rey emérito ocultó 100 millones de dólares en una cuenta en Suiza. Al mismo tiempo, el citado periódico informaba que Corinna Larsen, ex amiga íntima de Don Juan Carlos, recibió 65 millones de dólares procedentes del Ministerio de Finanzas saudí, como obsequio personal del rey emérito. Un escándalo «Real» en toda regla. 

A la vista de lo que ha salido a la luz, irónicamente podemos considerar que Don Juan Carlos de Borbón era, en cierto modo, como un Rey Mago: llegaba de Oriente cargado de «regalos».

Publicado en ‘La Región’ (08.08.2020) y en ‘Faro de Vigo’ (09.08.2020), en la sección ‘Cartas al Director’


lunes, 3 de agosto de 2020

¿Dónde está la verdad?


Por Robert Newport

03 agosto 2020

La escalada de nuevos contagios y fallecimientos por el COVID-19 no parece tener fin. Cada cierto tiempo, desde siempre, un nuevo virus hace acto de presencia. Se trata de una visita incómoda y muy preocupante. Así las cosas, mi ignorancia —que es mucha— me ha llevado a pensar que el coronavirus puede tener su origen en una mutación violenta de otro ya existente. También es probable que el cambio climático haya propiciado que algunos virus que permanecían en estado latente hayan despertado de su letargo de cientos o miles de años, irrumpiendo con agresividad en el sistema inmunitario del cuerpo humano.

Mis cavilaciones —porque el confinamiento es terreno abonado para la reflexión— me han llevado a imaginar que se trata de un virus de diseño, dispersado desde el aire, con las más abyectas intenciones. Porque me niego a creer que algo así pueda surgir por generación espontánea.

En cualquier caso, nos encontramos indefensos ante esta nueva invasión vírica que, si la ciencia no concluye cómo combatirla, se habrá convertido en un drama humano de proporciones inimaginables.


Publicado en ‘Faro de Vigo’ y ‘La Voz de Galicia’ (04.08.2020), y en ‘La Región’ (05.08.2020), en la sección ‘Cartas al Director’

 


martes, 2 de junio de 2020

Optimismo responsable

















Por Robert Newport
01 junio 2020

El exceso de optimismo nos puede llevar a bajar la guardia. Pero el COVID-19 continúa estando ahí, agazapado. No se ha batido en retirada. Probablemente haya retrocedido para reagruparse, coger impulso y atacar de nuevo con mayor virulencia. Y un rebrote sería letal de necesidad. 

Hemos de huir de comportamientos inadecuados e inaceptables, y proceder con sensatez, respetando las restricciones. No es lo mismo tener miedo que ser prudente. El miedo es un sentimiento de angustia ante una situación que no podemos controlar. La prudencia, sin embargo, es cautela, moderación… Y ese compromiso es el que ha de reprimir nuestro optimismo en esta realidad pandémica, sin olvidar que un pesimista es un optimista con experiencia. 

La desescalada —término que todavía no figura en el diccionario de la RAE— hemos de acometerla con extremo cuidado y la debida prudencia, conscientes de que ese enemigo invisible sigue estando ahí fuera. Si no procedemos con responsabilidad, de nada habrá servido la abnegación y el sacrificio del personal sanitario que lo ha dado todo —¡y continúa!— en las trincheras de la lucha contra el coronavirus en este país, en cuyas filas —entre médicos, personal de enfermería y farmacéuticos—, se han contagiado cerca de sesenta mil, y el número de fallecidos de este colectivo supera los setenta. Por egoísmo, pensemos en nosotros. Por generosidad, pensemos en los demás.

Publicado en ‘La Región’ (03.06.2020) y en ‘Faro de Vigo’ (23.06.2020), en la sección ‘Cartas al Director’

lunes, 11 de mayo de 2020

Distancia social


Por Robert Newport
10 mayo 2020

Esta pandemia del COVID-19, ha propiciado que el lenguaje político utilice palabras y expresiones cuyo significado no se ajusta a la realidad que se desea reflejar. Así, para referirse a la distancia que, por razones obvias, hemos de respetar con otras personas, han acuñado la efectista expresión «distancia social», repetida hasta la saciedad en el ámbito político y periodístico, que adultera el lenguaje con irreflexiva justificación circunstancial.

Consecuentemente, considero que «distancia social» debe interpretarse como desafección colectiva o desafección social. Y en ese concepto o sentimiento, absolutamente inconmensurable, no tiene cabida el Sistema Métrico Decimal. La desafección no puede medirse en metros.

Convendrán conmigo que, como medida cautelar ante probables contagios del coronavirus, evitar el contacto cercano con otras personas sería más apropiado denominarlo: «distancia de seguridad interpersonal». Es decir, observar una actitud responsable de colaboración con los demás, respeto social, solidaridad y empatía.

Publicado en ‘La Región’ (14.05.2020), en la sección ‘Cartas al Director’


Dedicatoria

A mi querido amigo, Paco Salgado, en agradecimiento por su aportación semántica para escribir este artículo.

jueves, 30 de abril de 2020

Actuando con responsabilidad





Por Robert Newport
30 abril 2020


Estamos sumidos en una realidad anómala que, fulminando nuestros esquemas y comportamientos, nos tiene absolutamente desconcertados y muy preocupados. Porque, a pesar de todas las precauciones: lavarnos las manos frecuentemente hasta desgastar las huellas dactilares, y mantener la preceptiva distancia con los demás, provistos de guantes desechables y mascarilla, cuando salimos al súper o a la farmacia, vivimos con la permanente incertidumbre de un posible contagio. Y siempre hay algún cretino irresponsable que, al vernos tan pertrechados, esboza una sonrisa sarcástica.

Esta pandemia nos ha cogido a todos con el «paso cambiado», tanto a los gobiernos como a la OMS. Sin embargo, los ciudadanos, en su inmensa mayoría, estamos actuando con responsabilidad. Aunque, como la picaresca y la falta de respeto hacia los demás están siempre presentes en cualquier ámbito y circunstancia —y en esta ocasión no iba a ser diferente—, nunca faltan quienes creen estar por encima del bien y del mal —imbéciles los hay en todas partes—, y las medidas preventivas se las pasan por el «Arco del Triunfo».

Y qué les voy a contar del confinamiento. Cada cual lo lleva como puede: unos, con resignación franciscana; otros, con un cabreo mayúsculo y permanente; y algunos, como no podía ser de otra forma, lo ignoran por completo. Porque en una sociedad plural, como en botica, tiene que haber de todo.


Publicado en ‘La Voz de Galicia’ (01.05.2020), ‘La Región’ (02.05.2020) y ‘Faro de Vigo’ (04.05.2020), en la sección ‘Cartas al Director’




domingo, 12 de abril de 2020

Cuando todo esto haya pasado




Por Robert Newport
12 abril 2020

Sabemos que, tarde o temprano, todo volverá a la normalidad. Las industrias, comercios, bares y restaurantes, los transportes públicos y privados, las academias, escuelas infantiles, colegios, institutos y universidades, recuperarán su actividad, horarios y rutinas. Los cines y teatros abrirán de nuevo sus puertas. Los espectáculos musicales y deportivos recobrarán su grandeza. Volveremos a pasear por los parques y jardines, por la orilla del mar y las márgenes de los ríos. Recuperaremos los apretones de manos, las caricias, los besos y los abrazos. Cuando todo esto haya pasado, los niños volverán a jugar en los parques infantiles. Se reunirán de nuevo las familias, y nuestros mayores ya no se sentirán tan solos. Todos lo estamos deseando.

Pero se ha de proceder con la debida prudencia, garantizando la salud y la seguridad de todos. Lo contrario sería una gran irresponsabilidad. Porque, haciendo un símil de una frase de Moisés en el film ‘Los Diez Mandamientos’, los trabajadores sanos pueden producir mucho; los enfermos, muy poco; los muertos, nada.

Ignoro si habremos aprendido algo de esta extraña realidad provocada por el coronavirus COVID-19. Porque lo que para unos habrá sido una experiencia, sin más; para otros, lamentablemente, habrá supuesto una dolorosa y triste experiencia.


Publicado en ‘La Región’ (25.04.2020) y ‘Faro de Vigo’ (26.04.2020), en la sección ‘Cartas al Director’

sábado, 28 de marzo de 2020

Extraña realidad


Por Robert Newport
27 marzo 2020

COVID-19, parece la contraseña de acceso a un sistema informático. Sin embargo, se trata de un coronavirus detectado por primera vez en Wuhan (China) el 31 de diciembre de 2019, y que se ha propagado a nivel global con una virulencia pandémica. Este microorganismo se ha convertido en un enemigo silencioso contra el que, de momento, carecemos de «armas» eficaces para combatirlo y derrotarlo.
                                                                 
A pesar del confinamiento temporal en nuestras casas («arresto» domiciliario) —en principio durante, al menos, cuatro semanas—, este puñetero virus se está llevando muchas vidas por delante.
                                                                 
Así las cosas, nos encontramos ante una extraña realidad, que nunca antes habíamos vivido. Y si se prolonga en el tiempo —que es lo más probable—, el desequilibrio económico será de tal magnitud que la recuperación nos va a costar Dios y ayuda. Y los ajustes subsiguientes —que serán tan inevitables como contundentes—, supondrán un nuevo sacrificio para todos.

Esperemos que esta pesadilla —¡esta locura!—, acabe más pronto que tarde. Porque los que ya tenemos una edad, no estamos para estos sobresaltos. Aunque, como dice un proverbio chino: «Si te sientas en el camino, ponte de frente a lo que aún has de andar y de espaldas a lo ya andado». ¡Mucho ánimo a todos!



Publicado en ‘La Región’ (30.03.2020) y ‘Faro de Vigo’ (31.03.2020), en la sección ‘Cartas al Director’





sábado, 1 de febrero de 2020

Instinto primitivo



Por Robert Newport
30 enero 2020

Ha empezado mal este nuevo año. En este momento, ya son seis las mujeres que han sido asesinadas por sus parejas o ex parejas, en una escalada de violencia machista que no parece tener fin. En mis cavilaciones paranoico-metafísicas, llego al convencimiento de que, patologías aparte, esos comportamientos irracionales pueden tener su origen en el ambiente que nos rodea: el aire que respiramos, el agua que bebemos, los alimentos que comemos o los materiales y productos químicos que utilizamos en nuestro trabajo o en el hogar. También puede ser que no consigamos procesar adecuadamente la cascada de información que recibimos diariamente, y se colapsen nuestros circuitos cerebrales. O que, tal vez, desde la más tierna infancia ya apuntábamos maneras y comportamientos violentos —«cabroncetes» potenciales— que se desarrollaron con la edad.  

Algo tiene que ocurrir en nuestro cerebro para que emerja ese instinto primitivo: la agresividad, que subyace latente, contenida, amortiguada. Aunque, por alguna extraña razón que desconozco, es probable que se produzca una transitoria alteración genética que provoca ese comportamiento primario. En cualquier caso, todo lo expuesto es fruto de conjeturas personales —la ignorancia es muy atrevida—, carentes de fundamento científico.  


Publicado en ‘La Región’ (01.02.2020), en la sección ‘Cartas al Director’; y en ‘XLSemanal’ nº 1687 (23.02.2020), en la sección 'Cartas de los Lectores'

                                                                                    
Texto revisado (06.02.2020)

martes, 28 de enero de 2020

Cartas a un amigo imaginario, 2020

10 octubre 2020

 

Amigo imaginario:

El Covid-19 continúa causando estragos entre la población mundial. Actualmente, más de 35 millones de contagios en todo el mundo. Y en nuestro país, Madrid registró 1.690  nuevos contagios al inicio de esta semana. La situación se está volviendo incontrolable. Estos datos son una verdadera locura. Consecuentemente, con el fin de contener la progresión de la pandemia, el Ministerio de Sanidad impuso unas razonables medidas restrictivas, que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en su empeño de oponerse a cualquier decisión del Gobierno, considera exageradas e innecesarias. 

A la vista de los preocupantes indicadores que se manejan, ayer  —viernes día 9— el Gobierno decretó el estado de alarma en la Comunidad de Madrid. Y ello significa, según La Voz de Galicia, que se vuelve a cerrar Madrid y los municipios de Alcobendas, Leganés, Getafe, Alcorcón, Fuenlabrada, Torrejón de Ardoz, Móstoles y Parla. Nadie podrá salir ni entrar salvo desplazamientos justificados: laborales, médicos, accesos a centros educativos, regreso a la zona residencial, asistencia a personas mayores, menores o dependientes; acceso a entidades bancarias y de seguros, legales o administrativas; acudir a exámenes o cualquier otra necesidad urgente o de fuerza mayor. El estado de alarma estará en vigor durante 15 días.

Las estaciones del Metro siguen estando abarrotadas. Lo mismo ocurre en los vagones. Con esa densidad de pasajeros es literalmente imposible mantener la distancia de seguridad. En la calle, los fumadores, sin cortarse un pelo, proyectan «gotículas» que se generan al exhalar el humo —lo mismo que al toser o al estornudar—, lo que, inevitablemente, se convierte en otra vía de contagio.

No pretendo ser agorero, amigo mío. Pero si continuamos siendo unos indisciplinados, obviando las recomendaciones de las autoridades sanitarias y las restricciones impuestas por el Ejecutivo, esta pandemia acabará con todos nosotros.

No comprendo —tampoco los soporto—, a los que proclaman que el coronavirus no existe. Que este asunto de la pandemia es una invención, un bulo, para amedrentarnos y tenernos controlados. Con su comportamiento «pasota» no solo se contagiarán ellos, que se lo buscaron, sino que, irremediablemente, transmitirán el virus a todos aquellos con los que se hayan relacionado. ¡Cretinos! ¡Insensatos!

Todo esto, amigo imaginario, además de preocuparme, me hace jurar en arameo maldiciendo al puñetero coronavirus, a los que hacen caso omiso de las advertencias, a los negacionistas, y a todo aquel que pone en riesgo la salud —¡y la vida!— de los demás. Por ello, como esta situación me supera y me desborda, hasta el próximo año no volveré a escribirte.

Que pases unas felices navidades. Y que el próximo año (2021), con sus doce meses por delante, nos permita disfrutar de una razonable y merecida tranquilidad.

Cuídate mucho, querido amigo.

Un fuerte abrazo. 

      Robert 

18 agosto 2020

 

Amigo imaginario:

«Su Majestad el rey don Juan Carlos ha indicado a la Casa de Su Majestad el Rey que comunique que el pasado día 3 del presente mes de agosto se trasladó a Emiratos Árabes Unidos, donde permanece en la actualidad».

Después de dos semanas teorizando sobre el paradero del Rey emérito, Don Juan Carlos de Borbón, La Voz de Galicia publica hoy este comunicado de la Casa Real.

Todo apunta a que, de los siete emiratos, es Abu Dabi el lugar de residencia temporal del Rey emérito. Aunque, como te decía en mi carta anterior, me es indiferente dónde esté y dónde se quede. En definitiva, «me la trae al pairo».

Ahora, vayamos a lo realmente importante. El número de positivos activos de coronavirus aumenta cada día. Las cifras son alarmantes: una media de 100 contagios diarios en Galicia. Más de 2.000 casos diarios en España. Somos el país europeo que sobrepasa el centenar de positivos por cada 100.000 habitantes. Las hospitalizaciones han sufrido un preocupante incremento, lo mismo que los ingresos en las unidades de cuidados intensivos.

No pretendo ser alarmista, pero las cifras no son nada alentadoras. Todo hace prever que se impondrán nuevas medidas restrictivas. El Covid-19  no sabemos si ha venido para quedarse una larga temporada —Dios no lo quiera—, pero lo cierto es que continúa teniendo una gran presencia. Y las consecuencias, sanitarias y económicas, están siendo devastadoras.

Cuando el Gobierno central, como mando único, llevaba las riendas de la gestión de la pandemia, las Comunidades Autónomas reclamaron su derecho a gestionar la evolución del coronavirus —17 comunidades, cada una de ellas con sus criterios y protocolos. También con las más que probables presiones por parte de algunos sectores, con el fin de reactivar la economía—. A partir de ahí, la permisividad propició que los brotes se dispararan.

Como te decía en mi carta del pasado 21 de junio: «…Sin embargo, es evidente que no debemos bajar la guardia. El coronavirus aún no se ha erradicado —¡ni mucho menos!—, continúa estando ahí, acechando».

Somos una sociedad de extremos. No contemplamos el término medio, la moderación. Las recomendaciones restrictivas en las relaciones sociales y familiares, las pasamos por el Arco del Triunfo. La irresponsabilidad y la falta de respeto a las normas establecidas, se han convertido en la seña de identidad de una parte importante de la sociedad. Y así hemos llegado a la actual situación, en la que la sospecha de un nuevo confinamiento sobrevuela este país nuestro llamado España. Cuídate mucho, amigo mío.

Un fuerte abrazo. 

    Robert 

 

10 agosto 2020

Amigo imaginario:

Hoy se cumple una semana desde que el Rey emérito decidió irse de España. Desde entonces, se ha especulado mucho sobre su lugar de destino. Se habló de República Dominicana, Emiratos Árabes, Portugal…Y hoy, una semana después, continuamos sin saberlo. He de confesarte, no obstante, que me da absolutamente igual  a dónde haya ido o huido. Pero si, como parece, cometió delitos fiscales, deberá ser juzgado como cualquier ciudadano.

Don Juan Carlos de Borbón, antes de irse, le entregó una carta a su hijo, Su Majestad el Rey, cuyo contenido reproduzco tal y como se publicó en la prensa:

 

S.M. el Rey

COMUNICADO DE LA CASA DE S.M. EL REY

            Palacio de La Zarzuela, 03.08.2020

COMUNICADO DE LA CASA DE S.M. EL REY

 

1.   Su Majestad el Rey Don Juan Carlos ha dirigido a Su Majestad el Rey la siguiente carta:

“Majestad, querido Felipe:

Con el mismo afán de servicio a España que inspiró mi reinado y ante la repercusión pública que están generando ciertos acontecimientos pasados de mi vida privada, deseo manifestarte mi más absoluta disponibilidad para contribuir a facilitar el ejercicio de tus funciones, desde la tranquilidad y el sosiego que requiere tu alta responsabilidad. Mi legado, y mi propia dignidad como persona, así me lo exigen.

Hace un año te expresé mi voluntad y deseo de dejar de desarrollar actividades institucionales. Ahora, guiado por el convencimiento de prestar el mejor servicio a los españoles, a sus instituciones y a ti como Rey, te comunico mi meditada decisión de trasladarme, en estos momentos, fuera de España.

Una decisión que tomo con profundo sentimiento, pero con gran serenidad. He sido Rey de España durante casi cuarenta años y, durante todos ellos, siempre he querido lo mejor para España y para la Corona.

Con mi lealtad de siempre.

Con el cariño y afecto de siempre, tu padre.”

2.   Su Majestad el Rey le ha transmitido a S.M. el Rey Don Juan Carlos su sentido respeto y agradecimiento ante su decisión.

El Rey desea remarcar la importancia histórica que representa el reinado de su padre, como legado y obra política e institucional de servicio a España y a la democracia; y al mismo tiempo quiere reafirmar los principios y valores sobre los que ésta se asienta, en el marco de nuestra Constitución y del resto del ordenamiento jurídico.

Palacio de La Zarzuela, 3 de agosto de 2020 

 

No entiendo el porqué de la publicación de esta carta, que estimo de carácter personal. Lo razonable, considero yo, sería una declaración pública de Don Juan Carlos, dirigida a las instituciones y a la ciudadanía, en lugar de marcharse, haciendo «mutis por el foro», sin dar ninguna explicación. No obstante, todo apunta a que será requerido por la Justicia para responder por su presunto fraude contra la Hacienda Pública.

Como puedes ver, querido amigo, la Casa Real es una caja  de sorpresas. En realidad, durante algunos años, las sorpresas las ha dado el Rey emérito con sus inadecuados comportamientos. Recordemos, por ejemplo, aquel safari en Botsuana cazando elefantes (abril del 2012), valorado en 50.000  euros, en el que sufrió un accidente que requirió su evacuación en un avión de emergencia médica para ser operado de una fractura de cadera en un hospital de Madrid. Aquello propició que, tratando de «reparar» su ya deteriorado prestigio,  pronunciara aquella frase: «Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir». Dos años más tarde (2 de junio del 2014), abdicaba en su hijo Felipe.

Hace algún tiempo, defendía en una de mis cartas las gestiones de Don Juan Carlos en Arabia Saudí. Un Jefe de Estado que ejercía de «relaciones públicas», consiguiendo contratos multimillonarios para su país. Lo que yo ignoraba cuando te escribí aquella carta —ingenuo de mí—, era que el entonces Rey —¡quién lo iba a decir!—, actuaba en calidad de comisionista. Es decir, obtenía sustanciosas comisiones por su gestión. ¡Joder con la realeza!

Aunque las circunstancias son otras, la historia se repite. El 14 de abril de 1931, tras celebrarse unas elecciones municipales a modo de referéndum sobre la monarquía, y que ganaron las fuerzas republicanas, el rey AlfonsoXIII  —abuelo de Don Juan Carlos—, salió para el exilio por el puerto de Cartagena rumbo a Marsella y de allí a Roma, donde falleció el 28 de febrero de 1941. Una frase atribuida al dramaturgo, poeta y novelista, Ramón María del Valle-Inclán, reza así: «Los españoles han echado al último Borbón no por Rey, sino por ladrón».

Querido amigo, la monarquía se tambalea. La Casa Real está en horas bajas. El Rey emérito le ha dejado a su hijo un «legado envenenado». Te seguiré informando.

Un fortísimo abrazo.

            Robert 

  

13 julio 2020

 

Amigo imaginario:

Ayer (12J) se celebraron elecciones autonómicas en Galicia y en el País Vasco. En ambas comunidades autónomas revalidan sus cargos como presidentes: Alberto Núñez Feijoo (PP) e Íñigo Urkullu (PNV), respectivamente. 

En lo que respecta a Galicia, que es mi comunidad autónoma, Alberto Núñez Feijoo obtiene 41 escaños —los mismos que obtuvo en las elecciones de 2016—, lo que certifica su cuarta mayoría absoluta consecutiva. Por su parte, el BNG, que obtuvo 19 escaños, sitúa a Ana Pontón como líder de la oposición, superando al PSdeG (15 escaños) de Gonzalo Caballero. 

Así las cosas, querido amigo, el señor Núñez Feijoo presidirá nuevamente la Xunta de Galicia durante los próximos cuatro años. Pero, aunque sospecho que será una legislatura con tintes continuistas —condicionada por la crisis, económica y sanitaria, del coronavirus—, tendrá enfrente a la señora Pontón (BNG), que no se lo va a poner nada fácil. Como líder de la oposición, le corresponderá desempeñar el papel de vigilante inflexible. Y estoy seguro de que lo hará con honestidad y firmeza. 

Tiempo habrá para comentarte cómo transcurre esta nueva andadura política en Galicia. Permaneceré atento a todo lo que acontezca. Y, como no podía ser de otra forma, te mantendré debidamente informado. 

Otro asunto de gran relevancia es noticia muy preocupante en nuestro país: la Fiscalía del Tribunal Supremo investiga al Rey emérito, Juan Carlos de Borbón, por los presuntos delitos de corrupción, fraude fiscal y blanqueo de capitales. Según el periódico helvético La Tribune de Genève, el Rey emérito ocultó 100 millones de dólares en una cuenta en Suiza. Esa cantidad procedía del rey saudí Abdul Aziz Al Saud, en concepto de comisiones por la construcción de la línea de alta velocidad «AVE del desierto», que une las ciudades de Medina y La Meca, en Arabia Saudí. Al mismo tiempo, según informó el citado periódico, Corinna Larsen, ex amiga íntima de Don Juan Carlos, recibió 65 millones de dólares procedentes del Ministerio de Finanzas saudí, como obsequio personal del Rey emérito. Un escándalo en toda regla. 

A la vista de lo que ha salido a la luz, irónicamente podemos considerar que, en cierto modo, Don Juan Carlos de Borbón era como un Rey Mago: llegaba de Oriente cargado de «regalos». 

¿Cómo y cuándo acabará este lamentable episodio Real? Nadie lo sabe, amigo mío. Pero, como siempre, te informaré de cualquier novedad que se produzca. 

Por último, la pandemia del coronavirus continúa causando víctimas, tanto en Europa como en América, aumentando de manera alarmante el número de contagios y de fallecidos. La precipitada relajación oficial —excesivamente permisiva, a mi modo de ver—, ha favorecido el inadecuado y preocupante comportamiento de algunos colectivos, poniendo en riesgo su salud y, lo que es más grave, la de los demás 

Comprendo que es necesario —¡urgente!— reactivar la maltrecha economía, pero ha de hacerse con responsabilidad. No podemos permitirnos cometer errores que nos obligarían a retroceder al punto de partida. Ello supondría el colapso, económico y sanitario, definitivo. 

Un fuerte abrazo.

Robert 


21 junio 2020


Amigo imaginario:

El pasado día 15 de este mes de junio, Galicia abandonó el estado de alarma que, por la pandemia del coronavirus, había decretado el Gobierno de España en todo el territorio nacional.

Hoy, cien días después de que comenzara esta extraña realidad que trastocó nuestras vidas, continúa habiendo contagiados y fallecidos. Es cierto, y los últimos datos oficiales así lo acreditan, que se han aminorado los efectos de esta pandemia vírica. Sin embargo, es evidente que no debemos bajar la guardia. El coronavirus aún no se ha erradicado —¡ni mucho menos!—, continúa estando ahí, acechando. Y, de momento, no disponemos de una vacuna eficaz al cien por cien. Por consiguiente, no podemos confiarnos, ni echar por tierra todo el sacrificio que supuso el confinamiento, los contagios y los fallecimientos.

Han abierto los bares, con sus terrazas, y los restaurantes. Eso sí, con las preceptivas limitaciones, naturalmente. Aunque, no nos engañemos, siempre habrá quien se salte las normas. Algunos y algunas, en su desesperación cervecera —porque tiene que haber de todo—, se lanzaron a las terrazas a tomar unas cañas, como si les fuera la vida en ello.

El Gobierno, a través del Ministerio de Sanidad, informa diariamente sobre la evolución de la pandemia. El «baile» de cifras oficiales de nuevos contagios, altas médicas y fallecidos, viene siendo la tónica general. El motivo lo desconocemos. Pero los datos que facilitan no se ajustan a la realidad. ¿Por qué? Tal vez las comunidades autónomas, por alguna razón estratégica que desconocemos —pero que sospechamos—, no facilitan los datos reales. Lo cierto es que, por mucho empeño que pongan en justificar lo injustificable, ya no les creemos. Para ser sincero, amigo mío, digan lo que digan, me da exactamente igual.

Nuevos contagios se van produciendo, discretamente. Pero si no observamos cierta disciplina, los rebrotes podrían sucederse en distintas comunidades en una escalada difícil de controlar. Las autoridades sanitarias advierten de la obligatoriedad del uso de la mascarilla en aquellos espacios —especialmente comercios, grandes superficies, supermercados…— donde no sea posible observar la distancia de seguridad. Y, como somos así de inconscientes, algunos van por la calle sin la mascarilla, o la llevan a la altura de la garganta protegiendo las amígdalas, y se detienen a saludar y a charlar con algún familiar o conocido, como si tal cosa, uno sin mascarilla y el otro con ella abrigando la garganta. Pero la nariz y la boca, descubiertas. Como si por ser un espacio abierto, no fuese necesario protegerse ni guardar la distancia de seguridad. Lo que viene a demostrar que, como norma general, el uso de la mascarilla debía ser obligatorio en cualquier lugar y circunstancia. Y sancionar al que no respete esa obligatoriedad.

En el supermercado al que suelo ir con una frecuencia casi diaria, un individuo pretendía entrar sin mascarilla. El guardia de seguridad, muy amablemente, le indica que sin esa protección no puede permitirle la entrada. El sujeto en cuestión, visiblemente contrariado, le dice que la dejó olvidada en el coche; y que, entre ir y volver, va a perder diez minutos. Por supuesto, no pudo entrar en el súper. Se fue muy enfadado.

Yo comprendo que llevar mascarilla resulta incómodo. Qué duda cabe. Pero si tú la llevas, los demás se sienten protegidos. Y si los demás la llevan, el protegido eres tú. Así de sencillo.

Bueno, querido amigo. Me temo que este seguirá siendo uno de los temas de mi próxima carta. Cuídate mucho.

Un fuerte abrazo.

   Robert 


4 abril 2020 





Amigo imaginario: 

Hoy se cumplen veintiún días de confinamiento, desde que se decretó el estado de alarma. En principio, quedaría una semana más de «arresto domiciliario». Sin embargo, ante la progresiva sucesión de nuevos contagios —se superan en España los 117.000 positivos confirmados y se acerca a 11.000 el número de fallecidos—, el presidente del Gobierno pedirá en el Congreso una nueva prórroga —hasta el 26 de abril—, al objeto de reducir los contagios por coronavirus —En Galicia son más de 5.000 los infectados confirmados y 186 los fallecidos—. Así las cosas, el Gobierno podría recomendar el uso generalizado de mascarillas. 

Estamos sumidos en una realidad anómala, que ha fulminado todos nuestros esquemas, y nos tiene absolutamente desconcertados. Sobre todo, muy preocupados. Porque, a pesar de todas las precauciones: extremar la higiene lavando las manos frecuentemente —aunque no lo creas, me he quedado sin huellas dactilares—, usar guantes y mascarillas al salir a la calle, mantener la preceptiva distancia con las demás personas, etc., vivimos con la permanente incertidumbre de un posible contagio. 

Esta pandemia nos ha cogido a todos con el «paso» cambiado —a nivel global—, tanto a los gobiernos como a la OMS. Sin embargo, hemos de reconocer que los ciudadanos, en su inmensa mayoría, estamos actuando con responsabilidad, respetando el confinamiento y las medidas de protección. No obstante, también es cierto que la picaresca, la irresponsabilidad y la falta de respeto hacia los demás, siempre está presente en todos los ámbitos y circunstancias. Y en esta ocasión no iba a ser diferente. Siempre hay quienes se consideran más listos que los demás —imbéciles los hay en todas partes—, y las medidas preventivas se las pasan por el «arco del triunfo». 

El confinamiento, que esperemos se termine más pronto que tarde, cada uno lo lleva como puede: unos, con resignación franciscana; otros, con un cabreo mayúsculo; y algunos, como te comenté antes, pasando de todo olímpicamente. En mi caso, amigo mío, por circunstancias familiares adversas que no vienen al caso, llevo algunos años «entrenando». En consecuencia, esta reclusión —que yo, irónicamente, denomino «arresto domiciliario»— ya la considero mi estado natural. 

Bromas e ironías aparte —las víctimas de este coronavirus merecen todo el respeto—, la cuestión es que, a pesar de los denodados esfuerzos de la comunidad científica, todavía no existe la vacuna que nos libere de esta pesadilla. 

Seguiré informándote sobre este asunto, con la seriedad y el rigor de siempre. 

Un fuerte abrazo. 
   Robert   
  


21 marzo 2020

Amigo imaginario:

COVID-19, parece la contraseña de acceso a un sistema informático. Sin embargo, se trata de un coronavirus detectado por primera vez en Wuhan (China) el 31 de diciembre de 2019, y que se ha propagado a nivel global con una virulencia pandémica

Este microorganismo se ha convertido en un enemigo silencioso contra el que, de momento, carecemos de «armas» eficaces para combatirlo y derrotarlo. Mientras tanto, aumenta cada día el número de contagiados y de fallecidos.

A pesar de las restrictivas medidas cautelares adoptadas por el Gobierno —cese temporal de toda actividad industrial y comercial, salvo supermercados, restaurantes con envío de comidas a domicilio, panaderías, farmacias, transportes de viajeros (con limitación de usuarios) y de mercancías… así como el confinamiento temporal de los ciudadanos en sus casas («arresto» domiciliario) durante, al menos, dos semanas—, este virus se está llevando muchas vidas por delante.

El actual estado de alarma decretado por el Gobierno (sábado 14 de marzo de 2020) —víctimas mortales aparte, que es lo realmente importante—, está causando unas pérdidas económicas de gran magnitud. Y todavía estamos empezando. Porque, según todas las fuentes, tanto oficiales como oficiosas, lo peor aún está por llegar.

Se han suspendido, hasta nuevo aviso, las clases en colegios y universidades. También las competiciones deportivas. Las salas de cine, los teatros y los museos, permanecen cerrados. Se prohíben las manifestaciones y concentraciones. Así mismo, quedan aplazados los viajes del IMSERSO. Y las elecciones autonómicas en Galicia y el País Vasco, previstas para el próximo día 5 de abril, se aplazan sine die.

Así las cosas, querido amigo, nos encontramos ante una situación extraña, desconocida, que nunca antes habíamos vivido. Y si se prolonga en el tiempo —que es lo más probable—, el desequilibrio económico será de tal magnitud que la recuperación nos va a costar Dios y ayuda. Y los ajustes subsiguientes —que serán tan inevitables como contundentes—, supondrán un nuevo sacrificio para todos los ciudadanos.

Hoy se cumplen los primeros 7 días desde la declaración del estado de alarma. Y, según datos actualizados  por el Ministerio de Sanidad, a día de hoy, son ya 24.926 los casos confirmados en España, 122.919 en Europa, y 237.825 en el mundo. Y, lamentablemente, aumentan cada día. Esperemos que esta pesadilla —¡esta locura!—, acabe más pronto que tarde.

En la próxima carta, amigo imaginario, continuaré informándote de la evolución de esta pandemia.

Un fuerte abrazo.  
   Robert   

5 marzo 2020

Amigo imaginario:

A pesar del deseo que expresaba al final de mi carta anterior, las actuales circunstancias adversas no lo han permitido.

Tal vez debido a que este año es bisiesto, aunque no conviene dejarse llevar por supersticiones absurdas, la verdad es que en China ha aparecido lo que se conoce como coronavirus (COVID-19), que está avanzando hacia Europa de manera alarmante.

Se trata de un virus cuya transmisión, según las últimas informaciones de las autoridades sanitarias, es superior a la gripe estacional. Al parecer, por lo que he podido leer, el coronavirus es la mutación de un virus que evolucionó desde el animal hasta el ser humano, en una secuencia muy parecida a la que circula en los murciélagos. Aunque se sospecha que entre este quiróptero insectívoro crepuscular y el hombre, pudo haber un «huésped» intermedio.

Leo en la prensa de hoy, que, según el recuento diario de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ayer se contabilizaron 90.893 casos en todo el mundo y 3.110 muertes. Y ahora, al tratarse de una afectación global —ya está presente en 64 países, además de China—, lo que en principio se calificó como epidemia ya se considera una pandemia.

Se está trabajando a marchas forzadas para encontrar una vacuna efectiva que ayude a neutralizar los devastadores efectos de esta enfermedad vírica. Somos vulnerables. Muy vulnerables. Y a mayor edad, más alto es el factor de riesgo. Especialmente, en aquellos individuos que presentan otras patologías.

Venimos observando que, cada cierto tiempo, un nuevo virus hace acto de presencia. En mi ignorancia, que es mucha, pienso si se trata de una mutación agresiva de otro ya existente; o si, tal vez, debido al cambio climático, algunos virus podrían haber despertado de su letargo —microorganismos patógenos en hibernación desde hace cientos o, tal vez, miles de años—, irrumpiendo con agresividad en el sistema inmunitario del cuerpo humano.

En cualquier caso, querido amigo, nos encontramos indefensos ante esta nueva invasión vírica que, antes de que la ciencia encuentre cómo combatirla, se habrá llevado por delante a decenas de miles de seres humanos. Las autoridades sanitarias recomiendan que observemos medidas higiénicas elementales: lavarnos las manos con frecuencia y en profundidad, con agua y jabón o con algún producto antiséptico; evitar, en lo posible, estrechar la mano como gesto habitual de educación; y, en general, evitar el contacto físico como saludo de cortesía. 

A pesar del exceso de información que recibimos a diario sobre este preocupante asunto —lo que, sin duda, perturbará considerablemente el ánimo de los hipocondríacos—, se hace especial hincapié en que no cunda el pánico. Pero el miedo es libre —cada día aparecen nuevos casos de contagiados y fallecidos—, y la ansiedad y el desasosiego, como es natural, están calando en la población.

Esto es todo por hoy, amigo mío, que no es poco. Me temo que en mi próxima carta, lamentablemente, continuaré comentándote incidencias de esta pandemia que, como a la mayoría de los que nuestra edad sobrepasa los setenta, me tiene muy preocupado.

Un fuerte abrazo.
   Robert    

27  enero 2020

Amigo imaginario:

Este nuevo año ha comenzado con la investidura de Pedro Sánchez (167 votos a favor, 165 en contra y 18 abstenciones) como nuevo presidente del primer Gobierno de coalición de la democracia en España.

Para lograr la investidura, ha contado con el respaldo de PSOE, Unidas Podemos, PNV, BNG, Nueva Canarias, Más País, Compromís y Teruel Existe. Y el rechazo lo protagonizaron PP, Vox, Ciudadanos, JxCat, Coalición Canaria, PRC, CUP, Navarra Suma y Foro Asturias.

El nuevo Gobierno quedó configurado así:
Pedro Sánchez Pérez-Castejón–Presidente del Gobierno.
María del Carmen Calvo Poyato–Vicepresidenta primera y ministra de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática.
Pablo Iglesias Turrión–Vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030.
Nadia Calviño Santamaría–Vicepresidenta tercera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital.
Teresa Rivera Rodríguez–Vicepresidenta cuarta y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
María Aránzazu González Laya–Ministra de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación.
Juan Carlos Campo Moreno–Ministro de Justicia
Margarita Robles Fernández–Ministra de Defensa.
María Jesús Montero Cuadrado–Ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno.
Fernando Grande-Marlaska Gómez–Ministro del Interior.
José Luis Ábalos Meco–Ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana.
Isabel Celaá Diéguez–Ministra de Educación y Formación Profesional.
Yolanda Díaz Pérez–Ministra de Trabajo y Economía Social.
Reyes Maroto Illera–Ministra de Industria, Comercio y Turismo.
Luis Planas Puchades–Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Carolina Darias San Sebastián–Ministra de Política Territorial y Función Pública.
José Manuel Rodríguez Uribes–Ministro de Cultura y Deportes.
Salvador Illa Roca–Ministro de Sanidad.
Pedro Francisco Duque Duque–Ministro de Ciencia e Innovación.
Irene Montero Gil–Ministra de Igualdad.
Alberto Garzón Espinosa–Ministro de Consumo.
José Luis Escrivá Belmonte–Ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones.
Manuel Castells Oliván–Ministro de Universidades.

Como puedes ver, ha aumentado el número de ministros respecto a los gobiernos anteriores. Ahora, esperemos que la capacidad de gestión sea proporcional al número de gestores. Confiemos en que así sea, aunque no lo van a tener fácil. Pues me temo que la oposición, como corresponde a su papel, se lo va a poner muy difícil.

En otro orden de cosas, amigo mío, la borrasca Gloria ha estado azotando con dureza la costa mediterránea del país. Cataluña, Levante y las islas Baleares, sufrieron la furia del temporal. Las olas de más de ocho metros que inundaron calles y comercios de las poblaciones costeras, así como el fuerte viento, lluvia y granizo, han causado la caída de viviendas, puentes y árboles. Y lo que es más grave todavía, víctimas mortales y desaparecidos.

Así mismo, en Aragón, la gran cantidad de nieve caída y el desbordamiento de los ríos, causaron graves problemas a la población de pequeños pueblos que han quedado aislados.

Sin embargo, según he podido saber, existen datos históricos de similares episodios meteorológicos extraordinarios en el pasado, en los que, debido a las lluvias torrenciales, el aumento del caudal de los ríos superaba sus cauces. Pero los humedales absorbían gran parte de esas crecidas. Del mismo modo, también el mar, enfurecido, llegaba a cotas muy superiores a las normales. Pero el litoral, además de las marismas, que permanecía intacto en sus límites naturales, impedía que aquél se adentrara más allá. Porque los ríos y el mar tienen su espacio natural, que hemos de respetar. Nada puede frenar la furia de la naturaleza. Es inútil luchar contra los elementos.

¡Eureka! Llegó el progreso. Y en su nombre, secamos las marismas y los humedales para construir edificios, calles y plazas, parques y carreteras. El cemento y el asfalto, que no son materiales permeables, sustituyeron a los drenajes naturales. Así mismo, los rellenos en la costa marítima, con el único fin de ampliar la superficie de las ciudades, le han arrebatado terreno al mar. También, en su momento, se permitió construir en primera línea de costa  —chalés en enclaves privilegiados—. Y ahora, como no podía ser de otra forma, estamos pagando las consecuencias. Es la relación lógica causa-efecto. Como dice el refrán: «De aquellos polvos vienen estos lodos».

Ha empezado mal este nuevo año, querido amigo. A día de hoy, ya son seis las mujeres que han sido asesinadas por sus parejas o ex parejas, en una escalada de violencia machista que no parece tener fin. A veces, en mis cavilaciones paranoico-metafísicas, llego al convencimiento de que esos comportamientos irracionales pueden tener su origen en el ambiente que nos rodea: el aire que respiramos, el agua que bebemos, los alimentos que comemos o los materiales y productos químicos que utilizamos en nuestro trabajo o en el hogar. También es probable que no consigamos procesar adecuadamente la inmediatez de la información diaria y las exigencias del actual ritmo de vida, colapsando los circuitos neuronales. O que, tal vez, desde la más tierna infancia ya apuntábamos maneras y comportamientos violentos. Es decir, «cabroncetes» en potencia.  

Algo tiene que ocurrir en nuestro cerebro para que emerja ese instinto primitivo: la agresividad. Tal vez permanece latente, contenida, amortiguada. Pero, por alguna extraña razón que desconozco, es probable que se produzca una alteración genética transitoria activada por algún mecanismo neuronal. De todos modos, amigo mío, considera que todo lo expuesto es fruto de conjeturas personales, sin ningún fundamento científico, que obedecen a mi osada ignorancia. Lo dicho, meras cavilaciones paranoico-metafísicas.   

Y esto es todo por hoy, estimado amigo. Espero que el contenido de la próxima carta sea más alentador.

Un fuerte abrazo.
Robert