Por Robert Newport
17 septiembre 2019
La terquedad de Pedro Sánchez frente
a las pretensiones de Pablo Iglesias, se ha convertido en un bucle sin fin.
Ignoro si están «mareando la perdiz» o «jugando al gato y al ratón». También
puede ser que se estén divirtiendo con el «juego de la oca», ahora tiro yo
porque me toca. Lo que sí está claro es que este «duelo de egos», tiene
paralizada la gobernabilidad de España. Las negociaciones —¡el regateo!— se
encuentran en un impasse, ante la
negativa de ambas partes a ceder en sus propuestas. Y todo parece indicar que
esta situación, claramente insostenible, nos puede abocar —¡maldita sea!— a
unas nuevas elecciones generales.
He de confesar que
siempre desconfié de los gobiernos bicéfalos. Sin embargo, llegado el caso, los
líderes políticos no deben ignorar que la bicefalia requiere unos
comportamientos y unas realidades que eviten posibles consecuencias indeseadas.
Todo es cuestión de aunar voluntades, olvidándose de personalismos, por una
causa común, teniendo absolutamente claro quién ha de asumir el rol de
«director de orquesta» y quién el de «concertino». De lo contrario, el fracaso puede
ser estrepitoso.
Es más que probable que
yo esté equivocado —¡Ojalá!—. Pero, en un alarde de inconsciente osadía por mi
parte, sospecho que se podría estar gestando un «monstruo de dos cabezas».