martes, 13 de marzo de 2012

Europa


Por Robert Newport
03 julio 2009


S
iempre hemos sido europeos, geográficamente hablando, y eso es incuestionable. Pertenecíamos al viejo continente y nos avalaba una historia que pocas naciones tenían. A pesar de todo, nos encontrábamos aislados y nos sentíamos inferiores; incluso, ninguneados. Éramos el país más al sur del continente. Trabajábamos aquí, con más o menos garantías de supervivencia; pero también emigrábamos, para mejorar nuestras condiciones de vida, a trabajar fuera: a Europa, decíamos. Porque, entonces, no nos considerábamos -mejor, no nos consideraban- europeos; aunque, también, en cierto modo, teníamos miedo a serlo.

Los tiempos han cambiado, afortunadamente, y las circunstancias nos han llevado a formar parte de la Comunidad Europea. ¡Ya somos europeos de pleno derecho! Pero esta Europa, que estamos construyendo entre todos, exige dedicación, seriedad y solvencia, demostrables. Sin embargo, ahora que estamos en plena campaña electoral para elegir a nuestros representantes en el Parlamento europeo, los ciudadanos de a pie -que representamos la mayoría-  vemos, con estupor, como nuestros mitineros políticos se insultan, se descalifican, se reprochan el uso o abuso de helicópteros y aviones militares… ¡Pero no nos hablan de Europa! No hablan de las posibles oportunidades, ni de intereses, ni de derechos, ni de empleo estable, ni de cómo se solucionará la crisis… ¿Se habrán olvidado del por qué de esta campaña?

¡Asombroso! Antes le teníamos miedo a Europa, y ahora le hemos perdido el respeto. Y ese mismo respeto, nuestros políticos nos lo han perdido a los ciudadanos que les votamos.

(Publicado en "www.polseguera.com")
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