domingo, 28 de diciembre de 2014

Cifras y porcentajes

Por Robert Newport
28 diciembre 2014

Siempre salen a la palestra las grandes cifras, los porcentajes... la macroeconomía. El señor Rajoy, en un mensaje claramente triunfalista -aunque pretenda disimularlo con falsa modestia, del mismo modo que trata, inútilmente, de ocultar las canas tiñéndose el pelo-, no se dirige a los ciudadanos de a pie, a los desempleados, a los que su mísero salario no les permite llegar a fin de mes, a los que viven por debajo del umbral de la pobreza.

En lugar de exponer, moderadamente, sin empacho, los pasos que está dando el Gobierno que él preside, para salir de esta situación asfixiante, se transfigura en presidente de Consejo de Administración de una empresa cualquiera y hace un informe financiero, más o menos creíble, pero que no calma las inquietudes y los temores de los que, como empleados en precario, como desempleados de larga duración o como pensionistas, tenemos que realizar verdaderos cálculos algebraicos -apelando a los conocimientos ya olvidados-, y aún así no conseguimos cuadrar las cuentas.

Señor Rajoy, le ruego que deje a un lado su arrogancia, baje del pedestal y se acerque a la realidad de los ciudadanos de este país que, también, es el suyo.



(Publicado en 'La Voz de Galicia' del 29 de diciembre de 2014, en la sección 'Cartas al Director')
  

Metástasis












Por Robert Newport
28 octubre 2014

¡Esto es insoportable! Cada día desayunamos con un nuevo caso de corrupción. Delitos de cohecho, blanqueo y evasión de capitales, prevaricación, tráfico de influencias, falsedad documental, malversación de fondos públicos… Y un largo etcétera de ilegalidades que, finalmente, acabamos pagando todos los ciudadanos.

Este país de ha convertido en un enfermo crónico. Los focos de infección (tumores), antes muy localizados, han invadido todos los estamentos (órganos vitales) públicos y privados: partidos políticos, gobiernos autonómicos, diputaciones provinciales, ayuntamientos, sindicatos, entidades bancarias, empresas constructoras… -modernas cuevas de Alí Babá de ladrones insaciables (células malignas)-, derivando en un cuadro clínico de metástasis que es necesario tratar, urgentemente, con terapia sistémica.

Por ello, para evitar que estos delitos prescriban, es preciso que la Justicia proceda con razonable diligencia, ejerciendo todo su poder con la determinación y contundencia que permita la Ley.



(Publicado en 'Faro de Vigo' del 06.11.2014, en la sección 'Cartas al Director')


jueves, 16 de octubre de 2014

Álbum artístico

"Trío Infantil de Armónicas"
Salón Parroquial 'Santa Eulalia de Arealonga - Villagarcía de Arosa
(José Manuel Casalderrey, Roberto Núñez Porto y Juan Búa)










Trío "Los Royal's"




miércoles, 15 de octubre de 2014

Recuerdos y vivencias de mi juventud (III)


"Trío Infantil de Armónicas"
Salón Parroquial de Santa Eulalia de Arealonga - Villagarcía de Arosa
(José Manuel Casalderrey, Roberto Núñez Porto y Juan Búa)

Por Robert Newport
15 octubre 2014

INTRODUCCIÓN

Como muchos niños de mi generación, empecé a tocar la armónica a muy temprana edad. A los siete años -con mi amigo y vecino, Juan Búa- ya tocaba, con relativa solvencia, la música de conocidas canciones populares. Nuestras armónicas diatónicas, marca Hohner ‘O Fado Portuguez’, letra ‘C’ (afinación en DO), eran un clásico de la época. Tres años más tarde, José Manuel Casalderrey, Juan Búa y yo, subimos por primera vez a un escenario (Salón Parroquial de Santa Eulalia de Arealonga) formando un trío infantil de armónicas diatónicas. Fue nuestro ‘bautizo’ artístico, del que tengo un vago recuerdo, que quedó plasmado en una fotografía que forma parte del álbum que acompaña este artículo.

Siempre he dicho que tocar la armónica, diatónica y cromática, ha sido una de las pocas cosas que he conseguido hacer razonablemente bien en mi vida. Lo digo con total y absoluta convicción. No obstante, algunos amigos y conocidos, sorprendidos y sarcásticos, no llegan a comprender esta aseveración. Porque ellos, que consideran la armónica un instrumento menor, ignoran que son necesarias muchas horas de dedicación -agotadores ensayos, con múltiples repeticiones- para conseguir, finalmente, una interpretación digna y, si es posible, también brillante. Pero, previamente, es indispensable el aprendizaje: conocer a fondo el instrumento. Inicialmente, la armónica diatónica, cuya escala se corresponde con las teclas blancas del piano -que la limita para interpretar, principalmente, música clásica o jazz-, en la que el grado de dificultad es tolerable. Posteriormente, la armónica cromática -instrumento profesional de 64 voces, 4 octavas-, cuya escala combina las teclas blancas y negras del piano, con una gama de sostenidos y bemoles -semitono más alto y semitono más bajo, respectivamente-, que permite un amplio abanico de posibilidades interpretativas. En esta armónica, además de la absoluta e incuestionable dificultad meramente musical, es imprescindible aprender a dosificar la aportación de aire. Pues, dependiendo de la melodía y del sentimiento con el que se interprete, la ansiedad puede llegar a provocar un leve y momentáneo cuadro de hiperventilación.




DÚO “LOS ROYAL” Y TRÍO “LOS ROYAL’S”

En los albores de 1960, Alfonso Galbán y yo, formamos el Dúo “Los Royal”. Tocábamos con armónicas diatónicas, cuyas limitaciones interpretativas ya he mencionado. Pero, al poco tiempo, con las “ganancias” de las primeras actuaciones, pudimos comprar -¡al fin!-,  en el ‘Nuevo Bazar’, nuestras primeras armónicas cromáticas. No fue un aprendizaje fácil. Pero, con constancia y mucho entusiasmo, lo conseguimos.

Como Dúo “Los Royal”, actuamos en diversos escenarios a lo largo de aquel año. Sin embargo, en algunas melodías era indispensable la segunda voz (dúo), con lo que carecíamos del necesario acompañamiento rítmico. Así que, sin dudarlo, decidimos incorporar un tercer instrumento: la guitarra. Y nadie mejor que Paco Lijó, magnífico guitarrista y compañero en la Tuna. A partir de aquel momento, el Dúo “Los Royal” se convirtió en Trío “Los Royal’s”: Alfonso Galbán Rico (armónica dúo), Francisco [Paco] Lijó (guitarra) y Roberto Núñez Porto (armónica solista). En diciembre de aquel mismo año (1960), debutamos en el Teatro Cine Cervantes de nuestra ciudad.

En nuestro variado repertorio, que incluía música de conocidas canciones de aquella época, había dos composiciones que brillaban con luz propia:

·        ‘El Baile de Luis Alonso’ (Intermedio), de Gerónimo Giménez.
·        ‘Malagueña’ (Suite Andalucía), de Ernesto Lecuona.

Sin embargo, nuestro proyecto musical más ambicioso -¡proyecto estrella!-, fue ‘La Leyenda del Beso’ (Intermedio), de Reveriano Soutullo y Juan Vert, considerada una de las principales composiciones de la Música Clásica Universal.

Estuvimos ensayando aquella obra durante dos largas semanas. Y yo, como armónica solista, tuve cierta dificultad con algunos sostenidos y bemoles: cometía muchas equivocaciones. Mis compañeros, Alfonso y Paco, soportaban pacientemente mis errores. Después de aquellas dos semanas de agotadores ensayos, el resultado fue espectacular. El segundo movimiento, magistralmente interpretado a la guitarra por Paco Lijó, con breves intervenciones de las armónicas, era todo un alarde interpretativo. Sin embargo, la incorporación de Alfonso Galbán a un proyecto musical de mayor relevancia (‘Los Ibéricos’), y el ingreso de Paco Lijó en la Facultad de Medicina, propiciaron la definitiva disolución del Trío “Los Royal’s”, impidiendo que llegáramos a estrenar aquel ‘Intermedio’ de la universalmente conocida zarzuela ‘La Leyenda del Beso’.


ROBERT NEWPORT ‘EL MAGO DEL GUITARMÓNIUM’

Al disolverse el Trío “Los Royal’s”, mi única alternativa fue iniciar una nueva andadura “artística” en solitario, como intérprete de ‘Guitarmónium’, siguiendo la estela de mi admirado predecesor, José Manuel Casalderrey, virtuoso intérprete de aquel instrumento.

Después de intensos y dilatados ensayos, y la adaptación de un variado repertorio: ‘Blue Moon’, ‘500 millas’, ‘Moliendo café’..., y un ‘Popurrí gallego’, nació artísticamente Robert Newport ‘El Mago del Guitarmónium’. Me apresuro a decir, como no podía ser de otra manera, que el apelativo ‘Mago’ a mí jamás se me habría ocurrido. Sería una imperdonable pedantería. Aquel ostentoso calificativo lo había ordenado imprimir -en carteles anunciadores y folletos de mano-, como ya dije en diversas ocasiones, un seudopromotor artístico que, durante algún tiempo, se dedicó a organizar diversos eventos artístico-musicales. Quiero pensar, como parece lógico, que lo hizo a modo de reclamo publicitario. Cierto es, sin embargo, que yo no puse ninguna objeción. Tal vez me pudo la vanidad.

AÑORANZA

Transcurrió algo más de medio siglo desde que subí por primera vez al escenario del ‘Teatro Cine Cervantes’ -mi particular ‘Metropolitan Opera House’-, en el que viví momentos inolvidables e irrepetibles. Allí experimenté -¡cómo olvidarlo!- lo que significa sentir ‘mariposas’ en el estómago. Aquella extraña e incómoda sensación, siempre me acompañó en los instantes previos a cada actuación.

Recuerdo aquella primera vez, entre bastidores, esperando a que el presentador anunciara nuestra actuación: ¡Dúo “Los Royal”! Salimos al escenario, con decisión y aparente tranquilidad, y agradecí mucho que, durante unos instantes, las luces de las candilejas nos impidieran ver el patio de butacas y las plateas. Iniciamos nuestra actuación, con la seguridad adquirida tras largas horas de ensayo, recreándonos en la música de ‘El Baile de Luis Alonso’. Pero, poco a poco, en perfecta ‘simbiosis’, nuestras pupilas se fusionaron con aquella iluminación escénica, y ante nosotros surgió la imagen de un teatro abarrotado de público que nos miraba fijamente. Un estremecimiento recorrió mi columna vertebral, y mis manos empezaron a temblar. Daba la impresión de que, en lugar de tocar la armónica, me estaba comiendo una mazorca de maíz. Tuve que controlarme para evitar que la embocadura de la armónica se separara de mis labios... A pesar de todo, aquella interpretación fue todo un éxito, y el público nos aplaudió con mucho entusiasmo y generosidad.

Fueron tres años inolvidables, en los que tuve la oportunidad y, sobre todo, el privilegio de compartir escenario con intérpretes de gran calidad musical y artística. Pero, como es sabido, lo bueno suele durar poco... Y, con 19 años, llegó el momento de cumplir con mis, en aquel entonces, deberes patrios: ¡Muchacho, la Marina te llama! Dos años más tarde, una vez licenciado, mis obligaciones, personales y profesionales, ya no me permitieron continuar con aquella afición musical que tanto había representado en mi juventud.

Hoy, de aquella etapa tan significativa de mi vida, ya sólo me queda el recuerdo y algunas fotografías. También, cómo no, la añoranza de aquellos momentos de ‘gloria’, vividos con gran intensidad, en los que el público, en ocasiones puesto en pie, nos obsequiaba con sonoras y prolongadas ovaciones. Lamento, también -¡muchísimo!-, que no exista ningún documento sonoro de aquellas actuaciones. Sé, naturalmente, que de recuerdos no se vive, y que no podemos quedarnos instalados en el pasado. Sin embargo, hemos de reconocer que recordar los buenos momentos vividos es, en cierto modo, como volver a disfrutarlos.

Cuando la autoestima y el estado de ánimo están bajo mínimos, y me invade la nostalgia, escuchar música de armónica me reconforta. Cierro los ojos, y aquel sonido me retrotrae al escenario del ‘Teatro Cine Cervantes’... Y compruebo, con gran satisfacción, que todavía conservo intacta la sublime capacidad de emocionarme.




miércoles, 1 de octubre de 2014

Recuerdos y vivencias de mi juventud (II)

Rondalla dirigida por D. Hermenegildo Teira (1949)


Rondalla dirigida por D. Hermenegildo Teira (1949)



Por Robert Newport
30 septiembre 2014

INTRODUCCIÓN

Fue en 1949, cuando la Rondalla de Villagarcía de Arosa recorrió por primera vez las adoquinadas calles de la villa interpretando el pasacalles ‘Carrascosa’... Mi tío, Roberto Porto, tocaba la guitarra en aquella agrupación. Tenía yo seis infantiles años, y fui testigo emocionado de aquel inolvidable acontecimiento.

Director: D. Hermenegildo Teira. Madrina: señorita Pencha Gallego. Componentes: Manolo Teira (hijo del director), Gildo Teira (sobrino del director), Ramón García, Manolo Granja, Amador Sánchez, Seso Rey, Suso Rey, Roberto Porto, Carlos Cerqueiras, Guillermo Carballo, Manolo Maneiro, Duro, Gerardo Prego, Tito Prego, Tino Silva, Roque Rey, Pepe Santórum, Moncho Hierro, Rodrigo Crespo, Jaime Mosquera, Cascallar, Chuchi González Rollán, Arturo Castiñeiras, Minchón y Bispo. (Pido disculpas si he cometido alguna omisión involuntaria)

D. Hermenegildo Teira, al que tuve el privilegio de conocer y tratar algunos años más tarde, era un caballero de baja estatura -con una ligera/acusada cojera-, de trato exquisito y refinada educación.

Recuerdo, con todo el respeto y consideración que se merece la memoria del señor Teira, cuando los componentes de la Rondalla se colocaban en formación para iniciar el recorrido de pasacalles; y, al objeto de que todos marcharan con uniforme marcialidad, el señor Teira, con gesto serio, les decía: ¡Todos a mi paso! Lo cual, habida cuenta de la cojera que padecía, no dejaba de sorprender, al tiempo que suscitaba condescendientes e indulgentes sonrisas.

De las muchas anécdotas que, sin duda, podrían relatar los componentes de aquella emblemática Rondalla, recuerdo la que considero de una gran emotividad:

En un concierto, D. Hermenegildo, batuta en mano, dirigía a sus pupilos que, con extraordinaria maestría, interpretaban una obra, presumiblemente, de Albéniz o Tárrega. Las bandurrias, con sus agudos trinos, desgranaban la melodía en primera voz. Los laúdes, con su grandeza sonora, en segunda voz, vibraban en ahogado y cálido lamento. Y las guitarras, en acompañamiento sonoro armónico, marcaban el ritmo al estremecerse el bordón. Finalmente, la flauta travesera sonaba con la calidez del susurro de una voz femenina... Y el violín, con su dinamismo melódico, expresaba cromáticos sentimientos... En el ecuador de aquella magistral interpretación, el señor Teira -indicándole a la Rondalla que continuara tocando-, visiblemente emocionado, abandonó el escenario... Al preguntarle el motivo de su inesperado abandono, respondió: ‘Lo hacen tan bien estos muchachos, que no necesitan que los dirija’.

Esta entrañable y conmovedora anécdota, me trae a la memoria aquella célebre frase del otrora insigne director de la Orquesta Filarmónica de Berlín, Herbert Von Karajan: ‘El arte de dirigir consiste en saber cuando hay que abandonar la batuta para no molestar a la orquesta’.

                                 

Tuna Rondalla Villagarciana (1962)
Tuna Rondalla Villagarciana (1960/1963)

Tuna Rondalla Villagarciana (1960/1963)



























TUNA RONDALLA VILLAGARCIANA

En el año 1960, en los albores de aquella ‘Década Prodigiosa’, entré a formar parte de la ‘Tuna Rondalla Villagarciana’ con mi entrañable amigo, Alfonso Galbán Rico, compañero en el Dúo Los Royal y Trío Los Royal’s... Teníamos conocimiento de la existencia de una agrupación de pulso y púa; y Alfonso, que ya era un virtuoso del piano, entró en ella y se atrevió con el laúd. Al poco tiempo, como era de esperar, ya dominaba aquel instrumento de seis cuerdas dobles con verdadera maestría. Yo, que el único instrumento que sabía tocar era la armónica diatónica y cromática, no tenía cabida en aquella agrupación musical.

Cuando Alfonso asumió la dirección de aquella agrupación de pulso y púa, que pasó a denominarse ‘Tuna Rondalla Villagarciana’ -cuya bandera, gentilmente cedida por D. Hermenegildo Teira, había pertenecido a la antigua Rondalla que él dirigía-, me animó a que fuese el abanderado. Rechacé el ofrecimiento. Yo quería participar de una forma más activa, tocando un instrumento. Al no tener otra posibilidad, me decidí por la pandereta. Hice razonables progresos con aquel sencillo instrumento de percusión, trasladando los toques habituales –mano, brazo, codo, mano...- también a las rodillas, punteras y tacones de los zapatos. Todo un alarde de movimientos “pandereteros”...

A pesar de que me entusiasmaba la pandereta, sentía cierta frustración por no saber tocar un instrumento de cuerda. Fue entonces cuando decidí aprender a tocar la guitarra. Bueno, al menos lo suficiente para integrarme en la Tuna con cierta dignidad. La guitarra, “heredada” de mi tío Roberto, a pesar de la antigüedad -tal vez debido a ella-, tenía una excelente sonoridad. También había “heredado” el ‘Método Tárrega’, para guitarra. Ya sólo faltaba comprobar si tenía cualidades y la suficiente capacidad para aprender. Y así, con mucha constancia y grandes dosis de entusiasmo, además de la inestimable ayuda de mi amigo Alfonso Galbán, en poco tiempo conseguí aprender a tocar, digamos que, discretamente, aquel instrumento de seis cuerdas. A partir de ese momento, orgulloso y emocionado, entré a formar parte del grupo de guitarras de la Tuna.

Ataviados con nuestro uniforme negro: pantalón, jubón engolado, y una capa en la que resaltaba la escarapela con cintas multicolores al viento, salíamos tocando pasacalles, actuábamos en festivales diversos y, cómo no, también de ronda en las clásicas serenatas. Estas intervenciones conformaban el programa de actividades de la ‘Tuna Rondalla Villagarciana’.

Aquella guitarra, compañera inseparable en tantas actuaciones, tuvo un injusto y lamentable final. Uno de mis hijos, con muy pocos años, en un alarde de “virtuosismo” percusionista, la utilizó como tambor, golpeándola con sus pequeñas manos. Se ve que el sonido obtenido no era de su agrado, porque, sin darme tiempo a reaccionar, empezó a saltar sobre ella... La enorme grieta que se produjo en la tapa inferior de la caja de resonancia, determinó la declaración de siniestro total. El paso de los años, y las muchas actuaciones, le habían causado un natural y evidente deterioro. Y, aunque únicamente la conservaba por motivos sentimentales, no merecía haber tenido aquel triste final.

Y esta es, a grandes rasgos, la historia de mi paso por la ‘Tuna Rondalla Villagarciana’, en la que la pandereta y la guitarra, fueron mis fieles y queridas compañeras de sones y acordes.



Recuerdos y vivencias de mi juventud (I)


Festival "Buscando Artistas" de "La Voz de Arosa"
Taragoña - Rianxo (Año 1960/61)

Detrás, de izquierda a derecha, Manolo Cambre, Paco Lijó, Isidro Estévez, Roberto Núñez Porto, Moncho Mariño, Carlos Eiras, Alfonso Galbán Rico, Carlos Álvarez Puga, Mingos Rodríguez, Faustino Laya y Anuncio Mouriño, (?), (?).

Delante, de izquierda a derecha, José Luis Barreiro, José Manuel Casalderrey, Moncho Palén, Juan Jesús Paz, Juan José Romero Porto, Manolo del Río, Chicho Rodríguez, Encarnita Bouzas, (?), Mª Anselma Salgueiro, Maite Fiuza, Enrique Blanco, Moncho Vilas, Ramiro del Río (Cañotas) y Jesús Castro (Xan das Rías Baixas).
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Por Robert Newport
25 septiembre 2014

ELENCO ARTÍSTICO

Para los que tuvimos la fortuna de vivirla y disfrutarla, la Década Prodigiosa, musicalmente hablando, fueron los años sesenta.

En aquella época, en Vilagarcía de Arousa había dos emisoras de radio locales: ‘La Voz de Arosa’ y la ‘Emisora Parroquial’, que organizaban festivales benéficos y promocionales, en los que muchos “artistas” noveles de esta ciudad tuvimos la oportunidad de actuar.

Durante el período 1960/1963 -y alguna incursión esporádica en 1964-, tuve el privilegio de formar parte del siguiente elenco artístico:

  • TUNA RONDALLA VILLAGARCIANA: Guitarras, laúdes, bandurrias, acordeón, flauta y panderetas. Director: Alfonso Galbán Rico. Componentes: Waldo Galbán Rico, Mingos y Chicho Rodríguez, Enrique Melio, Carlos Álvarez Puga, Manolo Diz, Paco Lijó, Isidro Estévez, Dámaso Carrasco, José M. Fernández Melio, Luis Silva Pando, Roberto Núñez Porto, Juan José Romero Porto, Manolo Silva, Manuel Rodríguez Teijeiro, Anuncio Mouriño, Pepín y Moncho Palén, Pablo de la Fuente Rodiño, Moncho Mariño, Manuel Cambre, Moncho Vilas, Carlos Eiras, Juan Luis Patiño, José Laya Mejuto, Faustino Laya, Seso, José Luis Barreiro, Manolo del Río, Manolo Brianes, Enrique Fernández...
  • ALFONSO GALBÁN RICO: Virtuoso concertista de piano y órgano. Instrumentista multidisciplinar.
  • MANUEL PADÍN: Tenor, dotado de una gran voz, que interpretaba con maestría, entre otras arias, ‘Una furtiva lágrima’, romanza de la ópera L’elisir d’amore de Gaetano Donizetti.
  • RAMIRO DEL RÍO “Cañotas” (Vilaxoán): Guitarrista excepcional, que poseía una incuestionable calidad interpretativa.
  • XAN DAS CANICAS (Pontevedra): Humorista. Genuino contador de historias rurales en clave de humor, y en gallego. Gozaba de una gran popularidad.
  • MANUEL BALÁN “John Balan” (Marín): Hombre orquesta. Imitaba el sonido de todos los instrumentos, y siempre salía al escenario acompañado de una puerta que golpeaba a modo de batería. Escenificaba, con gran realismo, secuencias de películas del Oeste, reproducía el sonido del trotar de los caballos y los disparos de los revólveres, incluyendo los diálogos de los personajes. Asimismo, secuencias y diálogos de películas de Gángsteres, reproduciendo el sonido de los portazos violentos, chirridos de las ruedas de los coches en las persecuciones, y, por supuesto, las ráfagas de ametralladora. Todo un personaje.
  • XAN DAS RÍAS BAIXAS [Jesús Castro]: Humorista, en la misma línea de ‘Xan das Canicas’, pero con historias más locales, también en clave de humor, e igualmente en gallego. Extraordinario.
  • XAQUÍN [Bernardino Montero Arines]: Humorista. Joven contador de chistes en gallego, que involucraba al público en sus historias. Genial.
  • TRÍO BRISAS DE AROSA (Carril) [Fernando, Ramón y Albino]: Intérpretes de boleros. Voces y guitarras.
  • ENRIQUE BLANCO [Actualmente, Enrique Brumbéck]: Rapsoda/Recitador. Largas historias de vivencias ajenas puestas en rima. Su declamación de ‘El Piyayo’, historia de un mendigo gitano, de José Carlos de Luna, no deja lugar para la imaginación. Enrique, se convierte en narrador y personaje al mismo tiempo. Es tal el realismo que le imprime a su interpretación poético-narrativa, que, a modo de proyección virtual, las imágenes se suceden, una tras otra, en la mente del espectador. Enrique Brumbéck, afortunadamente para nosotros, sigue siendo un admirable y genial ‘Recitador’.
  • ENCARNITA BOUZAS (Vilaboa-Sobradelo): Intérprete de canción mexicana, con una potente y desgarradora voz. Su canción más emblemática, ‘Pepita la pistolera’, la interpretaba caracterizada de acuerdo con el personaje, pistolas incluidas. Tenía tanta fuerza interpretativa, que si las armas fueran auténticas, no querría yo estar entre el público. Una intérprete muy temperamental.
  • MARÍA ANSELMA SALGUEIRO: Intérprete de canción española, grácil niña prodigio de la copla. Cuando salía al escenario -en aquella época, no tendría más de diez años-, sorprendía su extraordinaria calidad de voz, de modulación perfecta, con matices de auténtica profesional. Su interpretación de la canción ‘Torre de Arena’, de Marifé de Triana, arrancaba sonoras y prolongadas ovaciones con el público puesto en pie. Una gran artista.
  • MAITE FIUZA: Intérprete de canción sudamericana, dulzura en su voz y exotismo en sus gestos. Podría decirse que había nacido para cantar a Sudamérica, a sus bosques tropicales y a sus mares y lagos de aguas azul turquesa. Su interpretación de las canciones ‘Anahi’ y ‘Recuerdos de Ypacaraí’, ponía el sello de distinción en el escenario. Excepcional cantante y mujer de extraordinaria belleza.
  • LOS IBÉRICOS: Conjunto de música “pop”, locura de las jovencitas de la época -y envidia de los jóvenes-, que tuvo dos formaciones muy definidas (me refiero hasta marzo de 1963). La primera, compuesta por: Alfonso Galbán (teclados), Carlos Álvarez Puga (batería), Mingos Rodríguez (guitarra solista), Manolo del Río “Perello” (guitarra rítmica) y Juan José Romero Porto (cantante solista). Y la segunda, tal vez la más conocida y consolidada, la componían: Alfonso Galbán (teclados), Carlos Álvarez Puga (batería), Mingos Rodríguez (guitarra solista), Waldo Galbán (bajo) y Pablo de la Fuente (guitarra rítmica). Imprimieron un estilo propio a la música “pop” de la década de los ’60, y dejaron un recuerdo inolvidable en todos los que tuvimos el privilegio de disfrutar de sus interpretaciones.
  • MANOLO DEL RÍO “Perello”: Indiscutible ‘Rey del Rock’ arosano. Voz y guitarra rítmica, al más puro estilo ‘Elvis Presley’. Su magnífica interpretación de la canción ‘Speedy Gonzales’, suscitaba vibrantes y frenéticas manifestaciones festivas entre las jóvenes de la época. El rockero del ‘tupé’ indómito.
  • JOSÉ MANUEL CASALDERREY: Genial y genuino Intérprete de Guitarmonium (guitarra y armónica, fusionadas). Con absoluto dominio de ambos instrumentos, hacía de la Fantasía Militar ‘El Sitio de Zaragoza’, de Cristóbal Oudrid, una interpretación magnífica e insuperable. Fue, para mí, todo un referente artístico.
  • TRÍO LOS AROSANOS: Intérpretes de armónica diatónica, José Manuel Casalderrey (solista), Alfonso Galbán Rico (dúo) y Roberto Núñez Porto (acordes). Nos unimos -a instancia del insigne y recordado locutor de radio vilagarciano, Luis Gómez-, para actuar en el festival ‘Buscando Artistas’, que patrocinaba la emisora local ‘La Voz de Arosa’. Él nos reunió para aquella ocasión, bautizándonos artísticamente como ‘Trío Los Arosanos’. Nunca más volvimos a actuar como grupo; pero aquella experiencia, única e irrepetible, dejó en nosotros una huella imborrable.
  • DÚO LOS ROYAL: Armónicas cromáticas profesionales (64 voces, 4 octavas), Roberto Núñez Porto (solista) y Alfonso Galbán Rico (dúo y acordes). Además de música popular de la época, interpretábamos, también, música “seria” como, por ejemplo: ‘El Baile de Luis Alonso’ (Intermedio), de Jerónimo Giménez; y ‘Malagueña’ (Suite Andalucía), de Ernesto Lecuona.
  • TRÍO LOS ROYAL’S: Al considerarlo incompleto, el anterior Dúo Los Royal se convirtió en Trío Los Royal’s, cuya formación definitiva pasó a ser: Francisco [Paco] Lijó (guitarra), Roberto Núñez Porto (armónica solista) y Alfonso Galbán Rico (armónica dúo). El repertorio, básicamente, era el mismo que teníamos en el Dúo. Sin embargo, al incorporar la guitarra como instrumento indispensable de acompañamiento rítmico -y, en ocasiones, como solista de excepción-, se consiguió una mayor calidad musical.
  • ROBERT NEW PORT ‘El Mago del Guitarmónium’ [Roberto Núñez Porto]: Siguiendo la estela de José Manuel Casalderrey (virtuoso del Guitarmónium), en mi repertorio figuraba la música de canciones como: ‘500 millas’, ‘Moliendo café’, ‘Blue moon’..., y un Popurrí de conocidas canciones tradicionales de Galicia -con arreglos propios, en su estructura y ritmo-, interpretadas con un sello personal.

Estos son mis recuerdos de tres años de música, canciones, humor y poesía. No obstante, pido disculpas por las involuntarias omisiones que haya podido cometer. Pues la memoria, facultad sensible al paso del tiempo, no siempre es fiel reflejo de lo vivido.

Dedico esta recopilación ‘In Memóriam’ de los compañeros que, tristemente, ya no están entre nosotros. Hemos compartido inquietudes artísticas, escenarios, y calurosos y prolongados aplausos. Su ausencia -definitiva ausencia- se hace presencia en mi memoria, en mis recuerdos y vivencias de juventud.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Incontinencia verbal

Por Robert Newport
12 septiembre 2014

Poder expresarse libremente, dentro de un orden, es un derecho democrático incuestionable que nadie pone en duda. Pero ha de hacerse siempre con respeto, tanto a las personas como a los colectivos que las representan, como norma de saludable convivencia.

El debate sobre la reforma electoral celebrado la pasada semana en el Parlamento de Galicia, degeneró en agravios y descalificaciones, entre el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, y el portavoz del grupo del BNG, Francisco Jorquera, que dicen muy poco en su favor. Ahora bien, si el presidente de la Xunta dijo: ‘Propoñemos que o BNG non sexa o tonto útil do PSOE, porque ademais os desprezan e ningunean’,  no puede sorprendernos la réplica del portavoz del BNG, manifestando: ‘Que o tonto útil de Rajoy retire esas palabras ou direi que temos de presidente a un gilipollas’.

Ciertamente, hemos de concluir que ambas ofensas son impropias de unos representantes políticos. Excesos verbales de manifiesto rechazo e intolerancia a la pluralidad y al derecho a discrepar. Sin embargo, lo expresado por el señor Núñez Feijoo -que representa a un partido político identificado con el feudalismo-, no sólo ofende al señor Jorquera, sino también a todo un colectivo de militantes y simpatizantes que no tienen la oportunidad de defenderse. 

lunes, 8 de septiembre de 2014

Nota informativa (V)


INFORMACIÓN


Estimados seguidores y amigos:

Desconozco qué tipo de error involuntario cometí al modificar la configuración del Blog -porque siempre estoy ‘rizando el rizo’-, pero lo cierto es que desaparecieron vuestras fotos en la columna derecha de la Página Principal. ¡No podéis imaginar cuánto lo lamento! No obstante, estoy tratando de averiguar cómo recuperarlas.

Mientras tanto, pido disculpas a:

  • Ricardo N. C.
  • Francisco Salgado
  • Marie Josep Andréu Varela
  • J. José Romero-Porto
Un cordial saludo.
Robert

miércoles, 20 de agosto de 2014

Recuerdos y vivencias de mi niñez

Por Robert Newport
19 agosto 2014

Cuando uno empieza a notar el paso de los años, los recuerdos de vivencias infantiles fluyen como una necesidad vital. Aunque no se trata de nostalgia, en modo alguno. Únicamente ocurre, cada vez con mayor frecuencia, que nuestro cerebro, ese gran archivo neuronal, en su proceso cíclico de almacenamiento de información, selecciona imágenes y sensaciones de momentos inolvidables e irrepetibles.

Últimamente -¡serán cosas de la edad!-, vuelven y sacuden mi memoria aquellas vivencias de la niñez, que, agazapadas en alguna zona recóndita de los hemisferios de mi cerebro, pugnan desaforadamente por salir a la luz. Y así, imagen a imagen, sensación a sensación, voy recordando...

Aromas y sabores

En aquella Vilagarcía de mi niñez (transcurría el año 1950), época en la que el olfato y el gusto aún no se habían contaminado con la artificialidad, las panaderías tenían un gran protagonismo en la vida cotidiana de nuestro pueblo. Ibas por la calle, y el inconfundible aroma delataba la cercanía de una tahona. En la calle Juan García, a pocos metros de donde yo vivía con mis abuelos maternos, estaba Panadería Camilo Mera. Y en la aledaña Plaza de Calvo Sotelo, Panadería Lourido. ¡Bendito pan! Hecho con harina fina de trigo (centeno o maíz), agua, levadura y sal. Mezclado y amasado de forma artesanal, fermentado reposadamente, y horneado en horno de leña previamente calentado a fuego lento, los maestros panaderos obraban el milagro: un crujiente y sabroso pan recién horneado. Al día siguiente, al tomarlo con el desayuno, todavía olía y sabía a pan. Hoy, lamentablemente, aquello es sólo un recuerdo.

También las tiendas de ultramarinos tenían mucha presencia y gran relevancia. Entrar en aquellos emblemáticos establecimientos de alimentación era penetrar en un mundo de aromas naturales diferenciados, que quedaron grabados para siempre en la memoria olfativa de mi niñez: azafrán, pimienta, pimentón, clavo, canela... Especias de toda la vida.  Asimismo, el agradable aroma del café recién molido, la achicoria, la cascarilla de cacao, los chocolates... Y, cómo no, las bebidas espiritosas a granel: moscatel, mistela, coñac, anís... Cuando se acercaba la Navidad, todo cambiaba: las cajas abiertas que contenían tabletas de turrón, higos, pasas, dátiles… dispersaban sus fragancias en agradable mixtura.

De aquella época, en la zona de influencia que rodeaba la calle Juan García, recuerdo estas tiendas de ultramarinos: Albino Cores, en la calle de Ramiro Cores; Salustiano García, en la calle Héroes del Alcázar; Juan Blanco ‘Arousán’, en la calle Gerona; ‘Dos de Mayo’, en La Baldosa; Hermanas Barreiro (antes, Vda. de Rosendo Barreiro), en la calle Padre Feijoo; y Segundo Abalo, en la Plaza de Calvo Sotelo. Posteriormente, en la calle Arzobispo Lago: Ramón César Mouriño, Simón Sabariz, y José Abalo (en la actualidad, ‘Los Pepes’). Algún tiempo después, en esa misma calle, también José Luis Camba.

Los gatos callejeros

Se multiplicaban como setas y estaban por doquier. Es cierto, hay que reconocerlo, que la proliferación de roedores justificaba, en gran medida, la presencia de los ‘mininos’ en las viviendas, en las calles y, muy especialmente, en casas abandonadas y en estado ruinoso. Precisamente, en una de aquellas casas arruinadas se desarrolla la historia de mi pésima relación con los gatos callejeros.

Cansados de las encarnizadas y temidas peleas en las que se enzarzaban a diario los gatos de la calle Juan García -la de mi niñez y adolescencia-, en el transcurso de las cuales, como incómodos testigos presenciales, algunas veces sufríamos daños colaterales que se traducían en arañazos en nuestros brazos y piernas, tres amigos decidimos ponernos en pie de guerra e infligir duros castigos a aquellos maulladores de afiladas uñas retráctiles. Les hacíamos mil y una travesuras, algunas muy crueles -aunque jamás hemos cruzado la ‘línea roja’-, de las que también nosotros salíamos con algunas ‘heridas de guerra’. De existir entonces la Asociación Protectora de Animales, sin duda habríamos tenido serios problemas y más de un disgusto. Sobre todo nuestras familias.

Sin embargo, un día en el que reinaba la calma entre los félidos, observamos como, de uno en uno, o de dos en dos, mirando a uno y otro lado con desconfianza, iban entrando en aquella casa abandonada. De vez en cuando, se oían maullidos que no identificábamos con los que proferían cuando tenían hambre o frío. Eran algo parecido a gritos de dolor. Con mucho sigilo, mis compañeros y yo nos acercamos a una de las desvencijadas ventanas, y vimos, con asombro, como una gata adulta de espeso pelaje, que semejaba una ‘madama’, ‘recibía’ a los visitantes, y luego se dirigía a uno de los cubículos de aquella casa en ruinas. Al instante, regresaba acompañada de una o dos gatas que, después de rozar sus pelajes con los visitantes, se retiraban acompañadas... ¡Aquella casa en ruinas era, en realidad, un burdel gatuno!

Después de pasear sus dilatados vientres por el barrio durante el período de gestación, aquellas gatas tuvieron -¡al fin!- sus gatitos. Aquel episodio, en contra de lo que siempre nos habían dicho, vino a confirmar lo que ya intuíamos desde hacía algún tiempo: que los bebés, del mismo modo que aquellos gatitos, no los traía la cigüeña, ni venían de París.

lunes, 4 de agosto de 2014

¡Qué país!

Por Robert Newport
3 agosto 2014

¡Esto es demasiado! Cada día desayunamos con un nuevo caso de corrupción en la clase política de este país. No se salva nadie: partidos políticos, gobiernos autonómicos, diputaciones provinciales, ayuntamientos, sindicatos, entidades bancarias… Modernas cuevas de Alí Babá de ladrones insaciables. El cómo y el cuándo van de la mano en delitos de cohecho, blanqueo y evasión de capitales, prevaricación, tráfico de influencias, falsedad documental, malversación de fondos públicos… Y un largo etcétera de ilegalidades que, inevitablemente, al final, pagamos todos los ciudadanos. Por ello, la Justicia ha de obrar con diligencia para que no prescriban, y aplicar con contundencia un castigo ejemplar.

Este país, que ha sido cuna de hombres y mujeres ilustres en ámbitos como la Ciencia, la Pintura, la Literatura…, se ha convertido, por obra y gracia de vividores titulados, no sólo en un país bananero -como lo califican algunos, con razón-, sino en un gran vivero de empresas de ‘embutidos’ de alto standing, con denominación de origen. ¡Qué vergüenza de país! 

viernes, 1 de agosto de 2014

Aquel naufragio...


















Por Robert Newport
4 agosto 2014

Han transcurrido 56 largos años… Pero las imágenes de los maltrechos supervivientes y, sobre todo, de aquellos cuerpos sin vida, quedaron grabadas para siempre en mi memoria.

Cuando naufragó el ‘Cabo Razo’, tenía yo 14 años. Sucedió la noche del 4 de agosto de 1958, estrellada y con luna llena, y la mar estaba en calma… A la mañana siguiente, cuando me asomé a la galería -mi particular Puente de Mando imaginario de ‘Mi vida frente al mar’-, me sorprendió un inusual ajetreo en el muelle de pasajeros. La curiosidad me pudo, y en pocos minutos llegué a la punta del muelle.

El guardapescas ‘Cíes’ y otras embarcaciones que acudieron al lugar del hundimiento, llegaban con supervivientes y fallecidos. Los que resistieron toda la noche en el agua -la mayoría aferrados a las maderas que formaban parte de la carga del buque-, estaban exhaustos y con evidentes síntomas de hipotermia. Arropados con mantas, y ayudados por la tripulación de los barcos que los habían rescatado, iban desembarcando y subiendo a los taxis -en aquellos años, Vilagarcía carecía de servicio de ambulancias- contratados por la Compañía Naviera del buque para trasladarlos, presumo, al Hospital de Pontevedra.

Algunos familiares, todos con evidentes síntomas de ansiedad y natural preocupación, esperaban la llegada de los barcos de rescate. Lágrimas emocionadas, al abrazar a los supervivientes. Lágrimas de profundo dolor y desconsuelo, por los fallecidos. Y, también, lágrimas de desesperación e incertidumbre, por los que estaban desaparecidos. Escenas inolvidables de sentimientos a flor de piel. 

Los cuerpos sin vida, en ataúdes o cubiertos con mantas, reposaban sobre el muelle a la espera de que la autoridad competente autorizara su levantamiento. Recuerdo, con gran tristeza y no menos impresión, la enorme dificultad que supuso desembarcar los cadáveres a través de la muy inclinada pasarela -había que salvar la altura existente entre la cubierta del barco y la parte superior del muelle-, lo que propició que el cuerpo de uno de los fallecidos se precipitara al mar. Al presenciar aquella escena, mi imaginación me llevó a pensar que el espíritu de aquel marinero quería que el mar fuera su última morada… La turbidez del agua impedía ver el cadáver. Con la ayuda de un rizón, después de varios intentos fallidos, consiguieron recuperar aquel cuerpo. Los que presenciamos tan triste suceso, cual mudos testigos de excepción, permanecimos en respetuoso silencio.

El buque de cabotaje ‘Cabo Razo’, en el momento del naufragio en aguas de la Ría de Arousa, llevaba a bordo 39 tripulantes y cinco pasajeros. Aquel triste suceso se saldó con nueve fallecidos y cuatro desaparecidos. In memóriam.


Después de arduos trabajos submarinos de reparación y acondicionamiento, cuya duración no consigo precisar, el ‘Cabo Razo’ pudo, al fin, ser reflotado y remolcado hasta el Muelle de O Ramal. Allí, finalmente, se procedió a su desguace.