26 noviembre 2018
El ámbito político continúa
enrarecido. Las rivalidades internas en los partidos, a modo de intrigas
palaciegas, se hacen más evidentes cada día. El ambiente de crispación que se
respira en el Congreso, en el que ciertos diputados —políticos de vía estrecha—
se erigen en adalides de la grosería y la mala educación, con una incontinencia
verbal barriobajera en la que predomina el insulto y la descalificación, propicia
que todos vayan con la «escopeta» cargada de peregrinas y dispersas
argumentaciones: trifulcas abstractas obviando lo concreto, en un claro y
desmesurado afán de notoriedad.
Con este panorama, en el que los actores de la escena política observan un comportamiento impropio de quienes representan a la ciudadanía que los ha elegido, sería deseable que abandonaran sus escaños y se dedicaran a otros menesteres.
Consecuentemente, como dijo el científico y escritor alemán, Georg Chistoph Lichtenberg: «Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto».
Con este panorama, en el que los actores de la escena política observan un comportamiento impropio de quienes representan a la ciudadanía que los ha elegido, sería deseable que abandonaran sus escaños y se dedicaran a otros menesteres.
Consecuentemente, como dijo el científico y escritor alemán, Georg Chistoph Lichtenberg: «Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto».
Publicado
en ‘La Voz de Galicia’ y ‘Faro de Vigo’ (26.11.2018), en la sección ‘Cartas al Director’