Por Robert Newport
05 febrero 2018
El
reconocimiento de la ‘derrota’ por parte de Carles Puigdemont no puede, ni
debe, deslumbrarnos. El independentismo está muy arraigado en Cataluña, forma
parte de su ADN. Y el Gobierno lo sabe. Por ello, triunfalismos los justos.
Podría tratarse de una estrategia urdida para ganar tiempo, organizarse y
madurar el contraataque. Por todo ello, los legisladores han de hilar muy fino
para evitar fisuras legales por las que los secesionistas, en su empeño por
lograr la independencia de Cataluña, se puedan introducir y alcanzar así su
propósito dentro de la ‘legalidad’.
Esto, inevitablemente, puede llevarnos a pensar que
Puigdemont y sus correligionarios, escenificando una, a todas luces, ficticia
marcha atrás en sus reivindicaciones independentistas, únicamente retroceden
para coger carrerilla. ¡Cuidado!
Publicado en 'La
Región' (07.02.2018), en la sección 'Cartas al Director'