30 octubre 2016
Cuando uno
es católico creyente, aunque tenga algunas dudas razonables, debe obediencia a
los mandatos de la Iglesia. Sin embargo, no siempre estamos dispuestos
a acatar ciertas normas y directrices que dicta la jerarquía eclesiástica.
Porque, en cierta medida, nuestra razón individual nos hace librepensadores.
Dicho lo
cual, ante las limitaciones promulgadas por la Congregación para la Doctrina de la Fe cuestionando la libertad de aventar o
guardar en la intimidad del hogar las cenizas de nuestros difuntos, y
advirtiendo que los fieles que se decanten por esas prácticas pueden verse
privados de las honras fúnebres, yo me siento agredido en mi individualidad de
conciencia como ser humano.
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Publicado
en ‘La Voz de
Galicia’ (02.11.2016), ‘Faro de Vigo’ (05.11.2016) y ‘La Región ’ (29.10.2017)
en la
sección 'Cartas al Director'
Texto revisado (07.02.2020)
Texto revisado (07.02.2020)