jueves, 23 de julio de 2015

Deberes del chauffeur en los albores del S. XX










Por Robert Newport
22 julio 2015 

En un arranque de curiosidad retrospectiva, volví a ojear los tres libros sobre Mecánica del Automóvil y Cálculos de Taller -editados  en 1922- que, como ya dejé constancia en otros escritos personales, pertenecían a mi abuelo. Me los regaló cuando yo estudiaba bachillerato en el otrora Instituto Laboral (Centro de Enseñanza Media y Profesional de Villagarcía de Arosa), y los conservo con gran cariño. Se trata de ediciones profusamente ilustradas, con fotografías y dibujos que facilitan la comprensión de las materias que contienen. El lenguaje utilizado, que sorprende por su sencillez y contundencia, en ocasiones reiterativo en exceso, corresponde al inconfundible estilo retórico de la época.
      En la siguiente transcripción, correspondiente al libro titulado MANUAL PRÁCTICO DEL AUTOMOVILISTA Y DEL PILOTO AVIADOR, se aprecia la estricta observancia de las normas de comportamiento que, en aquella época, se le exigía al profesional del automóvil o chauffeur.
                  
Los mecánicos automovilistas.- Todos los propietarios de coches automóviles saben muy bien cuán difícil es encontrar un buen mecánico, lo cual se explica fácilmente si se consideran las numerosas y variadas cualidades que dicho empleado debe poseer: habilidad y prudencia para conducir el vehículo; conocimiento perfecto de todos los mecanismos; cultura y diligencia; método para atender a la conservación de los mecanismos y para evitar los incidentes de viaje y las paradas imprevistas, o cuando menos para prevenir las consecuencias; pericia mecánica y habilidad manual para ejecutar las reparaciones que puedan ser necesarias durante un largo viaje, y especialmente, destreza para llevar a cabo estos trabajos con los elementos de que se dispone en lugar despoblado o a lo menos (sic) en una herrería rural. Además de estas cualidades profesionales, necesita poseer otras, tan importantes como las primeras, como son la robustez y la resistencia contra el cansancio, paciencia, docilidad y trato afectuoso, sin hablar de la honestidad, indispensable en todas las profesiones.
En la elección de un mecánico es indispensable substraerse al deseo de realizar una pequeña economía en el pago de sus servicios, que podría traducirse en un fuerte aumento en el gasto final, y considerar siempre que al mecánico automovilista se le confía una máquina complicada y costosa, y que la impericia del mismo puede ocasionar la destrucción de ésta.
Al contratar un mecánico automovilista, deberá atenderse principalmente a unas u otras de sus cualidades según el uso que se haga del automóvil; los que hacen guiar su automóvil por el chauffeur deberán atender en primer lugar a su habilidad como conductor, mientras que los que tienen por costumbre guiar por sí mismos el automóvil, atenderán principalmente a su pericia mecánica y habilidad manual.
En todo caso, esta elección, siempre difícil, queda facilitada con la creación de las cátedras de Automovilismo en las Escuelas Industriales y de Artes y Oficios, que proveen a sus alumnos de certificados o diplomas de aprovechamiento, los cuales deben ser tenidos en cuenta para juzgar la pericia del chauffeur.
Observemos también que, si bien no está prescrito en nuestras leyes, conviene que el mecánico sea asegurado contra los accidentes que puede sufrir en el ejercicio de su profesión.
Es muy conveniente que las relaciones entre el propietario del automóvil y el mecánico conductor queden bien determinadas por un contrato escrito y firmado, a ser posible, por ambas partes contratantes; en este contrato convendrá hacer constar los documentos que presenta el mecánico para comprobar su pericia y buena conducta, la duración del contrato y de sus prórrogas, el sueldo estipulado y la forma de pago del mismo, las horas que puede durar el servicio ordinario y la forma en que debe prestarse el servicio extraordinario, las obligaciones del mecánico, la responsabilidad del mismo en el caso de infracción de las ordenanzas relativas a la circulación de vehículos, las condiciones del seguro contra accidentes, etc., etc.

Modo de presentarse el chauffeur ante el propietario del automóvil y ante el público.- Se lamenta generalmente la presentación poco urbana de los mecánicos conductores de automóviles; y este hecho constituye una verdadera plaga del automovilismo. Conviene mucho que los mecánicos conductores cuiden de presentarse con modales urbanos, propios de todo hombre bien educado, guardando en todas las ocasiones una actitud correcta, tanto frente al propietario del automóvil como si ha de presentarse ante el público a causa de cualquier accidente desgraciado.
El mecánico conocedor de sus deberes, manteniendo siempre la calma y la serenidad indispensables para manejar con acierto y seguridad la máquina que le está confiada, no se arrepentirá nunca de haberse presentado con docilidad y seriedad. Este comportamiento evitará casi siempre toda clase de rozamientos.
La presentación dócil y respetuosa, como de persona perfectamente conocedora de sus deberes, tiene también la ventaja de hacer que pasen desapercibidos ciertos errores que todo mecánico, por muy práctico que sea, puede cometer.
Recomendamos pues a todos los que quieren iniciarse en el oficio de mecánico conductor de automóviles o chauffeur, que pongan la mayor prudencia en prevenir los numerosos peligros que representa el automovilismo, y que recuerden en todo momento la responsabilidad que implica el disponer de la vida de todas las personas transportadas; que se atenga siempre escrupulosamente a las reglas más generales de la urbanidad para con los pasajeros y para con el público, digno en general de mayor respeto del que le guardan la mayor parte de los automovilistas.
En muchos casos, el mecánico automovilista puede realizar acciones de gran utilidad pública, ya sea socorriendo a otros automovilistas que halle parados en la carretera por haber sufrido alguna avería el automóvil en que viajan, ya prestando los auxilios que aconseja la Ciencia y exige el amor que debemos a nuestros semejantes a todo aquel que haya sido víctima de algún accidente desgraciado.
Obrando de este modo, el mecánico conductor tendrá la satisfacción no sólo de acreditarse como hombre de buenos sentimientos y cumplidor de sus deberes, sino que también hará honor a su principal, del cual merecerá la estimación más sincera e incondicional.

Higiene del automovilista.- En automovilismo son bastante frecuentes las afecciones de la piel ocasionadas por la insolación o por la helada, y en ambos casos pueden ser de utilidad las unturas con grasas consistentes.
Para lavarse las manos conviene emplear jabones a la glicerina, y para combatir el sudor abundante de las manos pueden lavarse diariamente con timoformo disuelto en mucha agua de fuente.
Los baños completos con agua tibia tienen acción sedativa. En ningún caso conviene emplear, para baños y duchas, agua a temperatura inferior a 8º.
Las duchas se dan en forma de lluvia, teniendo la cabeza cubierta con una gorra de tela impermeable, y su duración debe ser de 15 a 25 segundos; la temperatura del agua debe ser superior a 8º y la presión de 15 metros como máximo, o sea, de una atmósfera y media aproximadamente. Las duchas son excitantes enérgicos, pero conviene que su duración no sea excesiva.
Después de tomar un baño o una ducha, debe procurarse siempre activar la circulación de la sangre por medio de fricciones suaves o haciendo algunos ejercicios.
Con respecto a la higiene de los ojos conviene observar que el frío, el sol, el polvo y los cuerpos extraños, y especialmente los pequeños insectos que siempre están volando por las capas inferiores de la atmósfera, son otros tantos enemigos.
El aire que choca contra el rostro del automovilista, produciendo casi siempre una impresión agradable, origina un enfriamiento de los ojos cuya consecuencia inmediata es la irritación de las mucosas del ojo y la inflamación de las mismas. Si a la acción del frío se añade la del polvo de la carretera, que es el inconveniente más común y más grave, la inflamación del ojo llega a constituir una enfermedad.
Las gafas protectoras deben adaptarse perfectamente a la cara, ser impermeables al polvo y al agua y quedar bien sujetas cuando se han colocado en la posición conveniente. El vidrio de dichas gafas ha de ser homogéneo y límpido, y deben construirse de modo que pueda aprovecharse todo el campo visual.
Las gafas de automovilista deben permitir además la renovación del aire que rodea al ojo, para evitar su irritación.
El automovilismo en general, y más particularmente las excursiones ordenadas en automóvil, hacen desaparecer la tos y el insomnio, aumentando notablemente el apetito en las personas tuberculosas. A los neurasténicos pueden recomendárseles los paseos en automóvil, que en general suprimen el insomnio a causa de que el oxígeno del aire penetra en mayor cantidad en los pulmones. Los asmáticos, durante las excursiones en automóvil ven calmada su dolencia como por encanto, a causa de la continua renovación del aire originada por la marcha veloz del vehículo.


(Publicado el 22.07.2015, en la Web de Patrimonio Vilagarcía)






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