sábado, 26 de septiembre de 2015

El horror del éxodo










Por Robert Newport
25 septiembre 2015

Las condiciones de vida de muchos pueblos y ciudades de África: hambre, miseria, enfermedades, muerte prematura y guerra, obligan a sus habitantes a iniciar un viaje desesperado, de varios años de duración, en busca de una vida mejor para ellos y para sus familias. Un viaje que les parecerá eterno -a veces sin retorno-, plagado de dificultades, de riesgos constantes y en el que, en muchos casos, la muerte se cruza en su camino. Hombres y mujeres, todos ellos jóvenes y fuertes -han de serlo para poder resistir-, cuyas familias malvenden lo poco que tienen para ayudarles a superar económicamente las primeras etapas de una peregrinación hacia un destino incierto.

Durante ese largo viaje de jornadas interminables, los hombres realizan trabajos diversos para subsistir y poder hacer frente a los gastos de transporte. Las mujeres, siempre en inferioridad de condiciones, tienen más dificultades a la hora de encontrar trabajos que les permitan salir adelante, por lo que, en muchos casos, se ven obligadas a prostituirse. Esta es la explicación de que, aquellas que lo consiguen, lleguen con hijos recién nacidos o de muy corta edad.

Una vez que logran llegar a nuestro país -Islas Canarias o la costa de Andalucía, principalmente-, reciben atención médica y alimentos, pues su lamentable estado de salud evidencia síntomas de hipotermia, deshidratación y desnutrición. Hay que reconocer que los equipos de socorro y la Guardia Civil realizan una gran labor humanitaria que, en ocasiones, se ve desbordada por las grandes avalanchas en espacios de tiempo muy cortos.

La desesperación, la impotencia, el miedo, las persecuciones y el horror de la guerra, están siempre detrás de las migraciones hacia países de Europa en los que esperan hallar una vida mejor. Luego, tristemente, se encuentran con una realidad muy distinta. En su huida desesperada, dejan atrás familia, hijos, amigos... Vidas rotas por la sinrazón. Huyen de la espada de Damocles que pende, permanentemente, sobre sus cabezas. Pero ¿quiénes son los responsables de que se produzcan estas situaciones? Los dictadores que masacran al pueblo mientras ellos y sus familias viven rodeados de boato y francachela. Pero también tienen su parte de responsabilidad los gobiernos de naciones poderosas que consienten esos desmanes por meros intereses económico-comerciales. Y, en lugar de intervenir -como hicieron, sin justificación, en otros países-, miran hacia otro lado.

Dice un proverbio chino: ‘Cuando el dinero habla, la verdad calla’. Pues eso. ¡Una vergüenza!

Por si esto no fuera suficiente, surge un nuevo escenario que dura ya cinco largos años: el conflicto bélico de Siria. Y, también, nuevos actores: los refugiados que esperan ser acogidos en países de la Unión Europea. En principio, en el plazo de dos años, entre los Estados miembros se distribuirán 120.000 asilados procedentes de Grecia e Italia, territorios que han registrado un mayor número de llegadas.

La prensa, como no podía ser de otra forma, se hace eco de esta situación desesperada. Así, en La Voz de Galicia (19.09.2015), se puede leer: “Y ahora, ¿adónde nos llevan? Era la pregunta que se hacían ayer en medio de una gran confusión y angustia cientos de refugiados que, en lugar de llegar a Zagreb, como creían, acabaron en el paso fronterizo húngaro de Beremend. Los Balcanes se ha convertido en una ratonera para los desplazados, que son desviados de un país a otro, dejando en evidencia la falta de estrategia europea ante la mayor crisis migratoria en siete décadas”.

Este conflicto armado (guerra civil) tiene su origen en la corrupción, en la pobreza, en la violación de los derechos humanos, en la injusticia y en la desigualdad. La historia se repite, una y otra vez. Y en mi opinión, el horror del éxodo se parece cada vez más a una condenación bíblica. 

Así las cosas, nos encontramos ante un conflicto que crea una situación difícil de controlar, y que pone a prueba la capacidad de reacción y la eficacia organizativa de la Unión Europea y de los países miembros.

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