Por Robert Newport
20 febrero 2008
S
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i analizamos con serenidad el comportamiento dialéctico de
los líderes políticos en esta campaña electoral, observaremos que, como ocurrió
a lo largo de la pasada legislatura, la descalificación y el ataque personal continúan
siendo los componentes de una estrategia que, además de no convencer a nadie,
puede ocultar la ausencia de argumentos y volverse en su contra.
Decía Adolfo Suárez, en su discurso de dimisión como
presidente del Gobierno: “… creo que
tengo fuerza moral para pedir que, en el futuro, no se recurra a la inútil
descalificación global, a la visceralidad o al ataque personal porque creo que
se perjudica al normal y estable funcionamiento de las instituciones
democráticas. La crítica pública y profunda de los actos de gobierno es una
necesidad, por no decir una obligación, en un sistema democrático de gobierno
basado en la opinión pública. Pero el ataque irracionalmente sistemático, la
permanente descalificación de las personas y de cualquier tipo de solución con
que se trata de enfocar los problemas del país, no son un arma legítima porque,
precisamente, pueden desorientar a la opinión pública en que se apoya el propio
sistema democrático de convivencia”.
Han transcurrido veintisiete años desde aquel 29 de enero
de 1981 y, a pesar de la distancia temporal que nos separa de aquel momento de
nuestra historia reciente, el mensaje contenido en las palabras pronunciadas
tanto tiempo atrás, sigue teniendo vigencia en el presente y la seguirá
teniendo en el futuro; porque la descalificación y el ataque personal no
resuelven los problemas sino que, por el contrario, nos alejan de la solución
consensuada que, razonable y serenamente, se necesita. Por ello, los líderes de las formaciones
políticas -aspirantes a presidir el Gobierno de España durante los próximos
cuatro años-, han de ser respetuosos en sus manifestaciones verbales que, no
les quepa la menor duda, los ciudadanos sabremos valorar en su justa medida.
(Publicado en la sección "Cartas al director" de "La Voz de Galicia", el 23 de febrero de 2008)
(Publicado en la sección "Cartas al director" de "La Voz de Galicia", el 23 de febrero de 2008)
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