martes, 13 de marzo de 2012

Dialéctica política


Por Robert Newport
20 febrero 2008


S
i analizamos con serenidad el comportamiento dialéctico de los líderes políticos en esta campaña electoral, observaremos que, como ocurrió a lo largo de la pasada legislatura, la descalificación y el ataque personal continúan siendo los componentes de una estrategia que, además de no convencer a nadie, puede ocultar la ausencia de argumentos y volverse en su contra.

Decía Adolfo Suárez, en su discurso de dimisión como presidente del Gobierno: “… creo que tengo fuerza moral para pedir que, en el futuro, no se recurra a la inútil descalificación global, a la visceralidad o al ataque personal porque creo que se perjudica al normal y estable funcionamiento de las instituciones democráticas. La crítica pública y profunda de los actos de gobierno es una necesidad, por no decir una obligación, en un sistema democrático de gobierno basado en la opinión pública. Pero el ataque irracionalmente sistemático, la permanente descalificación de las personas y de cualquier tipo de solución con que se trata de enfocar los problemas del país, no son un arma legítima porque, precisamente, pueden desorientar a la opinión pública en que se apoya el propio sistema democrático de convivencia”.

Han transcurrido veintisiete años desde aquel 29 de enero de 1981 y, a pesar de la distancia temporal que nos separa de aquel momento de nuestra historia reciente, el mensaje contenido en las palabras pronunciadas tanto tiempo atrás, sigue teniendo vigencia en el presente y la seguirá teniendo en el futuro; porque la descalificación y el ataque personal no resuelven los problemas sino que, por el contrario, nos alejan de la solución consensuada que, razonable y serenamente, se necesita.  Por ello, los líderes de las formaciones políticas -aspirantes a presidir el Gobierno de España durante los próximos cuatro años-, han de ser respetuosos en sus manifestaciones verbales que, no les quepa la menor duda, los ciudadanos sabremos valorar en su justa medida.

(Publicado en la sección "Cartas al director" de "La Voz de Galicia", el 23 de febrero de 2008)
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