Por Robert Newport
18 julio
2008
L
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a noticia del crédito de 70
millones de euros que el señor Botín, presidente del Banco Santander, ha
concedido al Real Madrid, me ha dejado perplejo. A este club, permanentemente endeudado,
se le perdona todo; infinitamente mucho más allá de lo que se le permitiría a
cualquier empresa productiva. Y, mientras tanto, el Ministerio de Economía y Hacienda
y sus inspectores, y las autoridades competentes, hacen la vista gorda.
A cualquier trabajador se le
negará un crédito miserable para una vivienda modesta o para un pequeño
negocio. Cualquier empresa con dificultades económicas por cuestiones
coyunturales, totalmente ajenas a su gestión, se verán obligadas a cerrar sus
puertas, dejando en la calle a sus trabajadores –y a sus familias-, porque las
entidades bancarias se niegan a concederle el crédito que le permitiría
continuar con su línea de producción, generando empleo y riqueza global, no
especulativa. Pero a un club de fútbol, como si ello fuera garantía de algo, se
le conceden créditos multimillonarios sin pestañear.
Estoy
indignado -y me da igual que se trate del Real Madrid o de cualquier otro
club-, por la facilidad con la que se consigue dinero –muchísimo dinero- para
cuestiones tan triviales como el fútbol –que ha dejado de ser deporte para
convertirse en un gran negocio-, pagando cantidades astronómicas por un jugador
cuyo mérito, posiblemente el único, es su
habilidad para darle patadas a un balón con mayor o menor acierto. Sin embargo,
para fines sociales orientados a paliar la miseria, las enfermedades y el
hambre; así como la atención generalizada a personas mayores con problemas
inherentes a su edad, la dificultad para conseguir ayuda económica es tan
grande que, al ver de qué forma se derrochan millones de euros, sin el más
mínimo pudor, uno no puede por menos que calificar estos hechos como una
frivolidad y, sobre todo, como una provocación. ¿Dónde está la crisis?, en
donde estuvo siempre: en la inmensa mayoría de las familias que dependen de un
salario o de una pensión.
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