Por Robert Newport
17 febrero 2010
Q
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ue nuestro país está
atravesando una gran crisis económica es un hecho incuestionable. Y que la
padecemos los ciudadanos, también. Sin embargo, de acuerdo con las
informaciones que nos llegan (La
Voz , sábado 13 y martes 16), esta “enfermedad” no afecta a
todos por igual. Y me explico: los titulares “El Parlamento paga más de 1.000
euros al mes a diputados por viajes que no hacen” y “Los diputados facturan a la Cámara más de 500.000 euros
al año en viajes”, que se refieren, naturalmente, al Parlamento autonómico
gallego, son suficientemente
clarificadores.
Si al
salario de nuestros diputados (4.500 euros brutos al mes) le sumamos el
complemento por formar parte de mesas de comisiones -que puede llegar a
percibir más de la mitad de los parlamentarios que hay en la Cámara- y el plus por
peajes y kilometraje, podemos obtener una cifra que rompería, absolutamente,
todos nuestros esquemas retributivos. Y, habiendo más de cuatro millones de
parados, que no todos perciben el subsidio de paro; habiendo trabajadores, la
gran mayoría, que no llegan a los 1.000 euros mensuales, y habiendo viudas que,
en el mejor de los casos, cobran alrededor de 400 euros al mes…, considero una
provocación que existan estos sueldos -y sus correspondientes complementos y
pluses-, en una clase política que no siempre trabaja en favor de los
ciudadanos que, depositando en ellos su confianza, les han votado.
Ahora
bien, una cosa es que, haciendo un gran esfuerzo de mentalización, podamos
aceptar que nuestros representantes cobren un salario elevado acorde con su
dedicación; pero otra muy distinta, es consentir que algunos de esos diputados,
siendo Santiago de Compostela su lugar de residencia, perciban complementos
salariales en concepto de peajes y kilometraje inexistentes, por el hecho de
estar empadronados en otra población. Eso es un fraude. Es decir, un delito. Y,
como tal, merece un castigo. Y en un político, que disfruta de unos privilegios
que pagamos todos los ciudadanos, el castigo tendría que ser ejemplar.
(Publicado en la sección "Cartas al director" de "La Voz de Galicia", el 18 de febrero de 2010)
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