Por Robert Newport
30 enero 2020
Ha empezado mal
este nuevo año. En este momento, ya son seis las mujeres que han sido
asesinadas por sus parejas o ex parejas, en una escalada de violencia machista
que no parece tener fin. En mis cavilaciones paranoico-metafísicas, llego al
convencimiento de que, patologías aparte, esos comportamientos irracionales
pueden tener su origen en el ambiente que nos rodea: el aire que respiramos, el
agua que bebemos, los alimentos que comemos o los materiales y productos
químicos que utilizamos en nuestro trabajo o en el hogar. También puede ser que
no consigamos procesar adecuadamente la cascada de información que recibimos diariamente,
y se colapsen nuestros circuitos cerebrales. O que, tal vez, desde la más
tierna infancia ya apuntábamos maneras y comportamientos violentos —«cabroncetes» potenciales— que
se desarrollaron con la edad.
Algo
tiene que ocurrir en nuestro cerebro para que emerja ese instinto primitivo: la
agresividad, que subyace latente, contenida, amortiguada. Aunque, por alguna
extraña razón que desconozco, es probable que se produzca una transitoria alteración
genética que provoca ese comportamiento primario. En cualquier caso, todo lo
expuesto es fruto de conjeturas personales —la ignorancia es muy atrevida—, carentes
de fundamento científico.
Publicado en ‘La
Región’ (01.02.2020), en la sección ‘Cartas al Director’; y en ‘XLSemanal’ nº 1687 (23.02.2020), en la sección 'Cartas de
los Lectores'
Texto revisado (06.02.2020)
Y tú parece que eres muy atrevido amigo mío. Yo creo que lo que pasa es que en nuestros tiempos no leíamos el Caso. Y ahora "lo sabemos todo al instante ". Tu artículo me recordó a mí marido, a sus escritos, demasiados complicados para mi mente... sencilla o simple. No lo entiendo muy bien pero me gusta leerlo. Un abrazo
ResponderEliminarEs la osadía de la ignorancia, amiga mía. A veces me sorprendo a mí mismo. Es cierto, como tú dices, que hoy se conoce todo al instante de producirse. La inmediatez de las noticias.
Eliminar'El Caso', antaño semanario especializado en crónicas de sucesos, era el sensacionalismo en estado puro, dirigido a un público entusiasta, con avidez enfermiza, de la crónica negra. Eran otros tiempos. Un abrazo.
Estás seguro que ahora no sucede lo mismo. Que el sensacionalismo y al público entusiasta y enfermizo no le gusta la crónica negra...Solo hay que mirar en las redes... Yo no las sigo directamente pero escucho los comentarios. Además recibo montajes, falsas noticias y no soy tonta. Quizá peco de desconfiada. El patio está revuelto, más de lo normal pero nada más. Un abrazo. ¿No pecas tú de inocente?
ResponderEliminarA nuestra edad ser un poco inocente resulta encantador amigo mío.
ResponderEliminar