09 septiembre 2017
Los
robots llevan décadas entre nosotros, y han venido para quedarse,
perfeccionarse y multiplicarse. Lo positivo de su utilización en la industria
viene dado por un aumento de la producción en las cadenas de fabricación y
montaje. Lo negativo, que elimina mano de obra y, en consecuencia, destruye
empleo.
Los robots no cogen bajas por enfermedad, aunque
requieren, eso sí, un exhaustivo mantenimiento, preventivo o correctivo, porque
también tienen averías, naturalmente. No necesitan días libres para asuntos propios,
ni para cuestiones familiares, ni tampoco cogen vacaciones pagadas. Su
implementación, qué duda cabe, requiere de una inversión importante. Pero esa
inversión se amortiza en un plazo relativamente corto, debido a que, al
incrementarse la producción reduciendo los costes de fabricación, aumenta la
productividad y, por consiguiente, la cuenta de resultados refleja mayores
beneficios.
¿Cómo se financiarán, entonces, la Atención Sanitaria ,
el Sistema de Pensiones, las Prestaciones Sociales...? Asumiendo las
empresas robotizadas, un canon específico por cada puesto de trabajo sustituido
por un robot. Y aquí paz y después gloria.
Publicado en ‘La Voz
de Galicia’ (11.09.2017) y en ‘Faro de Vigo’ (12.09.2017), en la sección
'Cartas al Director'
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