Por Robert Newport
12 octubre 2016
¡Nadie
sospechaba nada! Todos las aceptaron y se beneficiaron de las tarjetas Black,
sin hacer preguntas. Para qué. Ya fueran para gastos de representación o como
una compensación salarial (burlando la limitación legal), la cuestión era
disponer de dinero en efectivo, realizar compras o pagar servicios varios con
una tarjeta cuyo techo de gasto podía llegar a 75.000 euros anuales. Y, además,
exentos de tributación. ¡Esto es Jauja!
Me resisto a creer que el Banco de España y la Agencia Tributaria
no tuvieran conocimiento de la existencia de estas tarjetas fraudulentas,
cuando a los ciudadanos de a pie nos controlan hasta el último céntimo. Y si,
por ignorancia o negligencia, omitimos algún ingreso o pérdida patrimonial en la Declaración de la Renta , ni el sursuncorda nos
libra de un expediente sancionador.
En este país en el que tantos ciudadanos están al
borde de la exclusión social (algunos ya la han conseguido), los desahucios
dejan a tantas familias en la calle, y el paro alcanza una cota de vértigo,
esta élite de sinvergüenzas con nóminas de escándalo, que son una provocación
en sí mismas, se burla de todos nosotros sin el menor pudor. Esperemos que la Justicia actúe con
rapidez y contundencia.
[Publicado
en 'Faro de Vigo' (15.10.2016), en la sección 'Cartas al Director']
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