Por Robert Newport
22 agosto 2022
«Los incendios se apagan en invierno». Esta frase metafórica, repetida hasta la saciedad, encierra una realidad incuestionable: sanear los montes antes de que lleguen las altas temperaturas y la ausencia de humedad. Y las tormentas secas, en las que un rayo, actuando como comburente de alta intensidad sobre la densa masa vegetal, puede causar un incendio de grandes proporciones. Aparte, claro está, de los provocados por furtivos pirómanos forestales. «Que, habelos, hailos».
En otro tiempo, en el que la precariedad era la tónica general, sanear el monte significaba un complemento de la economía familiar para aquellos que dedicaban parte de su tiempo a tal ocupación. Cortaban la maleza: helechos, tojos… que se utilizaban en las cuadras de los animales generando abono orgánico para las fincas. Del mismo modo, mediante una larga pértiga que incorporaba una especie de pequeña hoz, desprendían las piñas de los pinos sin dañar las ramas, y retiraban del suelo las ramas secas y las acículas (singulares hojas de los pinos, en forma de agujas). Este «combustible» se utilizaba, principalmente, en los fogones de nuestros hogares. Todo se recogía y procesaba de forma natural, contribuyendo a mantener el equilibrio medioambiental.
Eran otros tiempos, otras necesidades y costumbres. Y con la llegada del progreso —la modernidad—, el combustible de las cocinas pasó a ser el gas y la electricidad, y se abandonó el saneamiento de los montes. Las costumbres han cambiado, qué duda cabe, pero los montes continúan generando combustible vegetal muy inflamable.
Las Administraciones han de tomar conciencia de que en la prevención está la clave del éxito. Es imprescindible la creación de ‘Brigadas Forestales’ que, adelantándose a la época estival, realicen un saneamiento controlado y exhaustivo de los montes, así como su mantenimiento durante todo el año. Porque, como todos sabemos y padecemos, los incendios forestales causan un brutal impacto ambiental, económico y social. Y nos puede ir la vida en ello.
Publicado
en ‘La Voz de Galicia’ (24.08.2022), ‘La Región’ (25.08.2022) y ‘Faro de Vigo’
(26.08.2022), en la sección ‘Cartas al Director’
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