Por Robert Newport
01 junio 2020
El exceso de optimismo nos puede llevar a bajar la guardia. Pero el COVID-19 continúa estando ahí, agazapado. No se ha batido en retirada. Probablemente haya retrocedido para reagruparse, coger impulso y atacar de nuevo con mayor virulencia. Y un rebrote sería letal de necesidad.
Hemos de huir de comportamientos inadecuados e inaceptables, y proceder con sensatez, respetando las restricciones. No es lo mismo tener miedo que ser prudente. El miedo es un sentimiento de angustia ante una situación que no podemos controlar. La prudencia, sin embargo, es cautela, moderación… Y ese compromiso es el que ha de reprimir nuestro optimismo en esta realidad pandémica, sin olvidar que un pesimista es un optimista con experiencia.
La desescalada —término que todavía no figura en el diccionario de la RAE— hemos de acometerla con extremo cuidado y la debida prudencia, conscientes de que ese enemigo invisible sigue estando ahí fuera. Si no procedemos con responsabilidad, de nada habrá servido la abnegación y el sacrificio del personal sanitario que lo ha dado todo —¡y continúa!— en las trincheras de la lucha contra el coronavirus en este país, en cuyas filas —entre médicos, personal de enfermería y farmacéuticos—, se han contagiado cerca de sesenta mil, y el número de fallecidos de este colectivo supera los setenta. Por egoísmo, pensemos en nosotros. Por generosidad, pensemos en los demás.
Publicado en ‘La Región’
(03.06.2020) y en ‘Faro de Vigo’ (23.06.2020), en la sección ‘Cartas al
Director’
Después de los aplausos, mi hija ha visto una encuesta que decía que el 99% estaba de acuerdo en que los sanitarios no tuvieran vacaciones " por si volvían a necesitarlos". No te cuento lo que salió de su boca...Un abrazo
ResponderEliminarMe la imagino «jurando en arameo», indignada y muy dolida. ¡Con más razón que una santa! Un abrazo.
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