Por Robert Newport
16 mayo 2014
¡Nos
hemos vuelto locos! Está visto que la crisis económica no es tan global como
dicen. Que alguien me explique, con palabras sencillas que yo pueda entender,
cómo es posible que en este país, en el que la pobreza alcanza ya unas cifras
escandalosamente alarmantes, se le paguen 20 millones de euros netos al año a
un futbolista -¡me da igual de quién se trate!-, por darle patadas a un balón.
Y no siempre con acierto.
No
pretendo cuestionar las cualidades o habilidades del deportista, pero
convendrán conmigo en que únicamente se trata de fútbol. Nada más. Aunque, a la
vista de la relevancia adquirida por este deporte balompédico, reconozco que
tenía razón el que dijo que el fútbol es el ‘opio’ del pueblo. Y continuamos
narcotizados.
¿Cómo
es posible que ocurra esto en un país con 6 millones de parados, con familias
en las que todos sus miembros están desempleados y viven de la caridad? ¿Cómo
es posible que ocurra esto en un país en el que muchos menores viven por debajo
del umbral de la pobreza, pasan hambre o sólo pueden permitirse comer una vez
al día -¡y mal!- a costa del ayuno de sus padres?
Se mire por donde se mire, considero que se
trata de una provocación, de una obscenidad. Como también lo es que no exista
una norma legal que impida estos desmanes.
(Publicado en 'La Voz de Galicia' del 18 de mayo de 2014, en la sección 'Cartas al Director')
(Publicado en 'La Voz de Galicia' del 18 de mayo de 2014, en la sección 'Cartas al Director')
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