Por Robert Newport
07 agosto 2021
El Ejecutivo catalán
recibirá 1.700 millones de euros para ampliar el aeropuerto de El Prat de
Barcelona, como medida indispensable para reactivar la economía y, según dicen,
crear decenas de miles de puestos de trabajo. También pretenden la gestión del
aeropuerto, el puerto y la zona franca. Y no olvidemos que entre sus
prioridades reivindicativas continúan estando la autodeterminación —impreso
en su ADN— y la amnistía, así como una extensa lista de requerimientos —¡exigencias!—
que, no tengo la menor duda, se irán sucediendo. Son insaciables, y su ambición
no tiene límites. Su arrogancia hace que se consideren superiores, porque la
humildad no es una de sus virtudes.
Pero ya lo decía el
exministro José Bono, al referirse al independentismo catalán: «Quien quiere
separarse y quiere comer aparte es porque quiere comer más».
Dice el refrán: «Contra el vicio de pedir, la virtud de no dar». Pero ERC apoyó los Presupuestos Generales del Estado, y los favores políticos siempre se pagan con elevados intereses. Sin embargo, la transigencia del Gobierno de España con Cataluña, así como las prebendas subsiguientes, supondrá un agravio comparativo para las otras comunidades autónomas, oscureciendo todavía más el actual panorama político. Pero, al precio que se ha puesto últimamente el megavatio, a ver quién se atreve a encender la luz.
Publicado
en ‘Faro de Vigo’ y ‘La Región’ (09.08.2021), en la sección ‘Cartas al
Director’
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