Por Robert Newport
23 octubre 2020
Sabemos que has venido de Wuhan (China). También sabemos que llegaste a nuestras vidas para causar enfermedad, dolor y muerte. Hasta hoy, has infectado a más de 40 millones de personas en el mundo, y la cifra de fallecidos supera el millón.
Empezaste
siendo una epidemia en el continente asiático, pero pronto te convertiste en
pandemia al invadir otros continentes. Eres insaciable, y tu voracidad ha
provocado que más de la mitad de la población mundial haya sufrido algún tipo
de confinamiento. Se ha tenido que imponer la distancia interpersonal de
seguridad y el uso generalizado de la mascarilla de protección. Fue necesario
limitar el número de clientes en bares, cafeterías y restaurantes. Las salas de
espectáculos y los locales de ocio nocturno tuvieron que cerrar durante un
tiempo; y cuando abrieron, se vieron obligados a reducir su aforo. Se han
prohibido las reuniones y celebraciones familiares. Los medios de transporte,
públicos y privados, también sufrieron la limitación de viajeros. Tu expansión ha
empezado a resquebrajar los cimientos de nuestra Sanidad y de la economía
global, cuyos efectos ya son más que evidentes.
Los
Gobiernos se vieron obligados a decretar el estado de alarma, limitar la
movilidad ciudadana o declarar el cierre perimetral de las ciudades. Las normas
restrictivas se han ido sucediendo, una tras otra, según la evolución de la
pandemia, lo que ha obligado a suspender la actividad lectiva en colegios,
institutos y universidades… Muchas empresas tuvieron que paralizar su actividad
fabril, y los comercios han tenido que cerrar sus puertas para evitar probables
contagios.
Finalmente, puñetero coronavirus Covid-19, has propiciado que la agresiva confrontación entre la clase política sobre la gestión de la pandemia les impida ver, con claridad meridiana, que tú eres el único enemigo al que hay que aniquilar. Pero confiamos en que, más pronto que tarde, la Ciencia encuentre la vacuna —el «arma»— efectiva que te baje los humos. Mientras tanto, por todo el dolor que has causado y que seguirás causando, yo te maldigo. ¡Cabrón!
Publicado
en ‘La Región’ (24.10.2020) y en 'Faro de Vigo' (11.11.2020), en la sección ‘Cartas al Director’
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