Por Robert Newport
10 marzo 2017
La
política, sin duda, es una ciencia ‘confusa’ y ‘difusa’. Los pactos entre
fuerzas políticas, como el que firmaron PP y C’s, que propició la investidura
del señor Rajoy, se ha roto por incumplimiento del Partido Popular que se opone
a crear una comisión que investigue la presunta financiación irregular de su
partido.
Así las cosas, hemos de concluir que los pactos y
las firmas estampadas en un documento de compromiso político no garantizan
nada, carecen de valor. ¡Dónde quedan aquellos tiempos en que la palabra de
honor o un pacto sellado con un apretón de manos eran inquebrantables! Hoy, sin
embargo, para decepción de muchos, esos conceptos están devaluados.
La ambición de poder, prevaleciendo el interés
personal y partidista frente al interés general, traspasa todas las líneas
rojas que separan la honestidad de la corrupción, diseñando estrategias
perversas con dudosas intenciones, sin considerar que no siempre el fin
justifica los medios. Los ciudadanos lo sabemos. Y si a pesar de ello
continuamos dándoles nuestro voto, significará que no hemos aprendido nada.
[Publicado
en ‘La Voz de
Galicia’ (11.03.2017) y en ‘Faro de Vigo’ (13.03.2017), en la sección 'Cartas
al Director']
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