domingo, 21 de septiembre de 2025

Cartas a un amigo imaginario, 2025

 

                                                                                                                                        

30 junio 2025

Amigo imaginario:

Después de tan larga «sequía» epistolar —circunstancias personales desfavorables no me permitieron escribirte durante el 2024—, vuelvo a comunicarme contigo. Sin embargo, no puedo precisar con qué frecuencia lo haré.

Comienzo esta carta, muy a mi pesar, con una noticia luctuosa de gran relevancia universal, muy especialmente para los creyentes católicos:

El pasado 21 de abril, Lunes de Pascua, a las 07:35 horas, fallecía el Papa Francisco, a la edad de 88 años, en su residencia en la Domus Santa Marta, en la Ciudad del vaticano. Así lo anunciaba el cardenal camarlengo, Kevin Joseph Farrel, a las 09:47 horas:

«Queridos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar el fallecimiento de nuestro Santo Padre Francisco. A las 7:35 de esta mañana, el Obispo de Roma, Francisco, regresó de la casa del Padre.

Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor de Su Iglesia. Nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente en favor de los más pobres y marginados.

Con inmensa gratitud por su ejemplo de verdadero discípulo del Señor Jesús, encomendamos el alma del Papa Francisco al infinito amor misericordioso del Dios Uno y Trino».

La figura del Sumo Pontífice, como todos sabemos, tiene dos componentes inseparables: uno espiritual y otro político. Porque, además de Prelado Supremo de la Iglesia Católica Apostólica Romana, también es jefe del Estado Vaticano.

A lo largo de mi vida, teniendo en cuenta que ya estoy en la ochentena, he conocido a ocho Papas:

Pío XII (1939-1958). Eugenio Pacelli: de perfil aristocrático, diplomático de carrera, que sirvió a la Santa Sede en Munich y Berlín, vivió durante su papado una época trágica. Había sido brazo derecho del papa Pío XI en la relación tumultuosa con el III Reich y el Estado fascista italiano, y fue acusado de no haber hecho lo suficiente contra el Holocausto y de no haber hablado abiertamente de la persecución en curso, quizá por temor a las represalias a los católicos alemanes y polacos. Sus defensores señalan que muchos judíos italianos se salvaron escondiéndose en conventos.

Juan XXIII (1958-1963). Angelo Roncalli: de origen humilde, se convirtió en el hombre de la apertura de la Iglesia al mundo, y puso en marcha el Segundo Concilio Vaticano en 1962. Publicó la famosa encíclica Pacem in Terris poco antes de su muerte. En Italia se lo llamó "el Papá bueno", y fue muy popular por su buen carácter.

Pablo VI (1963-1978). Giovanni Battista Montini: brazo derecho del papa Pío XII, fue elegido en pleno Concilio Vaticano II. Criticado por su encíclica Humanae Vitae (1968), que decía no a la anticoncepción, fue malinterpretado a menudo durante el final de su pontificado.

Juan Pablo I (1978). Albino Luciani: patriarca de Venecia, tuvo uno de los papados más cortas de la historia: 33 días. Su estilo directo y sencillez desarmante lo mantuvieron aislado de la Curia. Murió prematuramente, aquejado por problemas de salud.

Juan Pablo II (1978-2005). Karol Wojtyla: fue el primer papa polaco de la historia. Conservador en la doctrina y opositor tanto del comunismo como del capitalismo. En 1981 fue herido de gravedad en un atentado en la Plaza de San Pedro. Se caracterizó por su carisma y energía y por su gran popularidad entre los jóvenes, para los que creó la Jornada Mundial de la Juventud.

Benedicto XVI (2005-2013). Joseph Ratzinger: originario de Baviera, de una familia modesta y devoto antinazi durante el Concilio Vaticano II, fue el primer papa en 700 años que decidió renunciar por problemas de salud. Durante su mandato como Sumo Pontífice, siguió la labor de su predecesor, poner especial énfasis en la purificación de la Iglesia. Su pontificado se caracterizó por una serie de escándalos y diversos errores de comunicación.

Francisco (2013-2025). Jorge Mario Bergoglio: el primer Papa argentino de la historia. Después de la elección del argentino Jorge Bergoglio como nuevo pontífice de la Santa Sede, la historia del Vaticano vuelve a dar un vuelco. Francisco -así decidió llamarse el nuevo papa-, es el primero en ocupar el sillón de Pedro, procedente del continente con mayor número de fieles: Latinoamérica.

León XIV (2025-…). Robert Francis Prevost: misionero agustino de Chicago de 69 años y ascendencia francesa, italiana y española. Licenciado en matemáticas, filosofía, máster en Teología y doctorado en derecho Canónico.

Es más que probable, amigo mío, que no tenga la oportunidad de conocer a ninguno más. Porque, como todos sabemos, la vida tiene un principio y un final. Y, como ya te manifesté en otra ocasión, en mi hipotético reloj biológico, el recipiente inferior ya contiene más «arena» que el superior. Y eso, en los de mi generación, es muy significativo: tengo más pasado que futuro.

El pasado día 28 de abril, a las 12:33 horas, se produjo en nuestro país un apagón energético que duró, según la zona, hasta las 04:10 horas del día siguiente. Todavía se desconocen las causas que lo originaron. Esperemos que la Comisión de Investigación creada, a tal efecto, por el Gobierno, ponga algo de luz —nunca mejor dicho— sobre un asunto de extrema gravedad como éste.

Otra noticia luctuosa —esto es un no parar— ha sido titular en los periódicos y en los informativos de radio y televisión el pasado día 13 de este mes de mayo: «Fallece en Montevideo, a los 89 años —el día 20 cumpliría los 90—, el expresidente de Uruguay, José Alberto Mujica Cordano». Había sido miembro y líder del partido político ‘Frente Amplio’. Exguerrillero que, en los años sesenta del siglo pasado, creó el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, por lo que estuvo prisionero, entre 1972 y 1985, durante la ‘dictadura cívico-militar uruguaya’, período de gobierno autoritario desde el golpe de Estado del 27 de junio de 1973 hasta la recuperación de la democracia el 1 de marzo de 1985.

Mujica fue definido como el «jefe de Estado más humilde del mundo» —también como el «presidente filósofo»— debido a su austero estilo de vida y la donación de cerca del 90% de su salario mensual a organizaciones benéficas que socorren a los pobres y a los pequeños empresarios.

El panorama político en nuestro país, amigo mío, está bastante revuelto. Aunque hemos de reconocer que siempre lo estuvo. Se trata de un nuevo caso de corrupción en el entorno del PSOE, que tiene a Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, contra las cuerdas. Es cierto, sin embargo, que no debemos juzgar al todo por la parte: los personajes Koldo García (asesor político, chófer y asistente personal de José Luis Ábalos), José Luis Ábalos (exministro de Fomento), y Santos Cerdán (exsecretario de Organización del PSOE), acusados de presuntos cobros de comisiones a cambio de adjudicaciones en carreteras, son la parte que desprestigia al todo. Los «garbanzos negros» que desestabilizan cualquier formación política. El Partido Socialista, que llegó al Gobierno de España enarbolando la bandera anticorrupción, se encuentra en una situación de permanente sospecha por culpa de estos —de momento, tres— personajes. Te rodeas de personas que consideras de confianza, y te «apuñalan» por la espalda. ¡Con los sueldos que cobran, coño! Pero son insaciables.

El ex secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, ha comparecido hoy, por primera vez, como imputado por los delitos de organización criminal y cohecho ante el juez del Tribunal Supremo, Leopoldo Puente, tras el informe de la UCO que lo vincula con el presunto cobro de «mordidas» por la adjudicación irregular de obras públicas. Tras la declaración, el juez Puente ha ordenado su ingreso en prisión provisional sin fianza, en la cárcel de Soto del Real. Estaremos atentos al recorrido que pueda tener esta detención.

Así las cosas, al señor Núñez Feijoo le «gotea el colmillo» —no es para menos—, ante esta nueva oportunidad que le brinda la comprometida situación del PSOE. Pero no debe olvidar que su partido (PP), históricamente, tuvo en la corrupción su seña de identidad. Pero la memoria es frágil, cuando conviene. Por otra parte, el Partido Popular siempre se auto consideró la única formación política legitimada para gobernar, arrogándose una hegemonía que no le corresponde. Y así se explica la tóxica oposición de acoso y derribo que ejerce desde el primer día. Es cierto, sin embargo, y así hemos de reconocerlo, que Pedro Sánchez también hizo lo propio cuando gobernaba Mariano Rajoy. La historia se repite.

Cambiando de asunto, amigo imaginario, los obispos de la Conferencia Episcopal Española, a la vista del último caso de corrupción política en el partido del Gobierno, han pedido el adelanto de las elecciones generales. ¿Qué derecho les asiste para exigir nuevos comicios? Considero que la Jerarquía de la Iglesia Católica debería observar una neutralidad ideológica, y no interferir en decisiones políticas.

Hubo un tiempo en el que los obispos, semana tras semana, se manifestaban en las calles de Madrid, en contra de las leyes promulgadas por el Gobierno del PSOE, por considerarlas inmorales y contrarias a los preceptos de la Iglesia Católica: aborto, divorcio, eutanasia, matrimonio igualitario… Leyes que no son de obligado cumplimiento —no penalizan, en ningún caso—, sino que protegen a aquellos que decidan o necesiten hacer uso de ellas.

Sorprende, por otra parte, que la Conferencia Episcopal defienda la vida que todavía se está gestando, protegiendo a los nonatos, otorgándoles todos los derechos, y se olviden de los que, una vez nacidos, se encuentran en situación de vulnerabilidad y desamparo. Tenemos un ejemplo desgarrador en la invasión que Israel está llevando a cabo en la Franja de Gaza —sin olvidar a Ucrania, invadida por Rusia— en la que se estima que ya han muerto alrededor de 15.000 niños, víctimas inocentes de los bombardeos, el hambre, la falta de atención sanitaria... Pero no hemos visto que los obispos se hayan manifestado en las calles condenando semejante infanticidio, como lo hicieran, por ejemplo, contra la ley del aborto. ¡Cuánta hipocresía!

También me sorprende —aunque no tanto, ciertamente— que los cardenales, debido a su elevada posición en la jerarquía eclesiástica como consejeros del Papa, se autodenominen, aunque sea oficiosamente, «príncipes de la Iglesia». ¡Qué desfachatez! Está visto que el principio de humildad, como virtud cardinal, en la Iglesia Católica brilla por su ausencia. Tendría que volver Jesús, como lo hizo en aquel tiempo en Jerusalén, a «expulsar» a los «mercaderes» del Templo. ¡Príncipes de la Iglesia! No lo puedo creer. Es probable que pienses que me he vuelto insolente e intolerante, pero yo creo que es consecuencia de mi avanzada edad. Aunque es cierto que con los años uno aprende a relativizar casi todo, hay cuestiones que se escapan a mi nivel de comprensión.

Un fuerte abrazo.
    Robert             

 


















 

 

 

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